Aprovechando un extraño momento de insomnio matutino, me he acabado de leer "No me iré sin decirte adónde voy" de Laurent Gounelle. Lo cogí de la biblioteca atraída por la sinopsis, que no es otra que la de Alan, un tipo que lleva una existencia tan anodina y vacía que decide ponerle fin a su vida tirándose de la Torre Eiffel. Justo en el momento en el que lo va a hacer, aparece un señor que le dice que si renuncia a suicidarse, él se encargará de su vida. A partir de ahí, Alan tendrá que enfrentarse a una misión tras otra, lo que le hará quitarse de la cabeza la idea del suicidio. No le demos vueltas, por favor, al por qué me atrajo ese argumento, que hoy no toca psicoanálisis.
La novela, que en las librerías se vende en la sección de narrativa, en la biblioteca está catalogada como de autoayuda. Y con toda la razón. El tema no está mal, y entiendo que tiene que llevar una carga de moraleja y de consejos vitales por eso del suicidio y la vacuidad vital, pero en varios momentos, qué puedo decir, éstos derivan en el sermón de la montaña y pufff, ¡qué pereza! El libro resulta fácil y rápido de leer pero me ha decepcionado mucho el estilo narrativo y no digamos el final que no cuento para el que quiera la lea. Y hasta aquí el comentario literario.
Porque el post de hoy va sobre otra cosa en la que me ha hecho pensar este libro. Va sobre la traducción de títulos de novelas y películas extranjeras al español, dando como resultado otros, a menudo desconcertantes y sin sentido. Y aún voy más allá. Aunque tengan más sentido que el título original, ¿el que decide cambiarlo no se da cuenta de que el título forma parte de la obra y, por tanto del proceso creativo?, ¿acaso el traductor se toma la libertad de decir, "Uyy, va a ser que no me gusta las palabras que está usando, mejor las cambio que va a quedar así mucho más mono"? No. Pues entonces.
Empezamos por No me iré sin decirte adónde voy. La primera pregunta que le surge a todo aquél que lee el libro es ¿y por qué ese título?, ¿de dónde viene?, ¿a qué se refiere? Ni idea. No tengo ni idea (y esto va por ti, Phoenix). El título no hace referencia a ningún momento de la novela, ni te da ningún indicio de por dónde va el asunto, ni nada. Sin embargo, el título original "Dieu voyage toujours incognito" (Dios viaja siempre de incógnito) sí. Según yo entiendo, Dios es Yves Dubreuil, el señor que salva a Alan del suicidio y que le guía en la reconfiguración de su nueva vida.
Afortunadamente no es habitual encontrarse con esas aberraciones en literatura. De hecho, después de un sesudo proceso de recuerdo sólo me ha venido a la mente otro caso (aunque seguro que hay miles) que no deja de ser, cuando menos divertido, por el mal de la ignorancia que sufría el que lo tradujo. Se trata de La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, cuyo título original es "The importance of being earnest". Cualquiera que sepa un mínimo de inglés, y el que no puede consultar wordreference, sabrá que la traducción exacta de earnest es serio, y no Ernesto (que sería Ernest), por lo que el título en español quedaría como "La importancia de ser serio". Me imagino, a más de uno, buscando a Ernesto por todo el libro, llegando al final de la novela y preguntándose en qué leches estaría pensando Oscar Wilde cuando le puso ese título si luego no iba a hacer aparecer a ningún Ernesto. ¡Qué vacilón!
Ahora vamos al cine, y ¡buff!, eso ya es harina de otro costal. Yo no digo que no sea difícil, en algunas ocasiones, traducir un título de forma que tenga sentido, no sólo gramatical sino también conceptualmente, en el idioma al que traduces. Pero es que, a veces, uno no puede evitar pensar que los de las distribuidoras debían de estar muy fumados o borrachos, o ambas cosas, cuando decidieron retitular la película. Y para muestra, algunos ejemplos.
Olvídate de mí o su versión original "Eternal Sunshine of the Spotless Mind". Que sí, que lo entiendo, que "Eterna luz del sol de la mente en blanco" además de difícil de recordar no tiene mucho atractivo a la hora de vender, pero... ¿Olvídate de mí? El que haya visto la película sabrá que como mucho, y tirando por ese camino pedregoso que nos han abierto, sería Me olvido de ti. ¿O no?.
Una más clásica, de Hitchcock, Con la muerte en los talones. ¿Título original? "North by Northwest" o lo que es lo mismo: "Norte por Noroeste". Que sí, que es verdad, que queda un poco críptico, pero al menos no te destripa la película como en la versión española. Que te dice a gritos "Oye, que esto va de un tío al que le persiguen para matarlo".
Es muy buena también la de La jungla de cristal, que en inglés original se titula "Die hard". ¿Y qué significa Die hard? Pues pertinaz, y en el contexto de la película, difícil de matar. En la primera cinta lo de La jungla de cristal quedaba muy apropiado, porque se desarrollaba en un edificio de cristal, cerrado a cal y canto y sálvese quien pueda. Pero me imagino a los genios que titularon en español, echándose las manos a la cabeza al ver que sacaban una segunda, y una tercera, y una cuarta y el año que viene una quinta parte. Y claro, primero le pusieron un subtítulo para identificarla y después le quitaron lo de "de cristal", luego vino lo del 4.0 y ahora... En fin, que queda muy cutre, ¡vamos!
¿Y qué decir de Sonrisas y lágrimas, menos conocida como "The Sound of Music"? A ver, ¿tan difícil era traducirla como "El sonido de la música"? ¿Y qué quiere decir Sonrisas y lágrimas? ¿Lo que le produjo la cinta al descerebrado que decidió traducir el título?, ¿lo que se supone que le tiene que producir al espectador? Y aquí me voy a mofar un poco de la traducción para América Latina (mucho más atinados, en este ámbito, que los españoles, pero en este caso se columpiaron de mala manera) como "La novicia rebelde", que ya te cuenta media película y que además, a mí me suena fatal.
Y bueno, miles de películas más, que esto de traducir los títulos como nos sale de los tolondrines, parece que se ha convertido en parte de nuestra idiosincrasia nacional. Pero, ¿por qué es un problema eso de cambiar el título? Pues además de porque es ridículo, innecesario e inmoral, es porque cuando uno quiere mantener una conversación sobre cine, con alguien de fuera de España, tiene que dar más explicaciones que el rey tras su cacería de elefantes, para poder determinar si se está hablando de la misma película o no. O porque para poder comprarte una cinta en una tienda del extranjero, o en amazon, tienes que hacer antes un exhaustivo trabajo de investigación, que ríete de las pruebas de los participantes de El tiempo es oro.
Menos mal que, poco a poco, las distribuidoras comienzan a tener un poco de sentido común y cuando el título es imposible de traducir de forma inteligible, lo tienden a dejar en su versión original (así, de paso, colaboran en la difusión del inglés, que tampoco nos viene mal). Casos que se me ocurren así, a bote pronto, son Brokeback Mountain, Ocean's Eleven (y sus sagas twelve y thirteen), Toy Story, Up in the air, Battleship y un larguísimo etcétera más.
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