10 abril 2012

Una de series - Para guardar (I)

Tras una Semana Santa pasada por agua, pero con bastantes planes realizados, vuelvo a Pamplona, al tiempo loco, al trabajo, al día a día... Hoy me apetece hablar de series de televisión. Porque, aunque con los años he dejado de ver la tele, siempre he sido una persona muy audiovisual y, sobre todo, porque encuentro más calidad y más originalidad en las series que en la mayor parte de las películas actuales. 

En el post de hoy quiero centrarme en las series que me engancharon de tal manera que no he podido evitar adquirirlas para poder verlas en un futuro, y en versión original, lo que no es nada fácil conseguir en este país si no tienes cable. Como son unas cuantas y quiero demorarme un poco en cada una el post tendrá su segunda y probablemente tercera parte. 

Rome

La historia gira en torno a dos centuriones romanos, Lucius Vorenus (el poco expresivo pero lleno de testosterona Kevin McKidd o Dr. Owen Hunt de Anatomía de Grey) y Titus Pullo (Ray Stevenson o Portos de la última versión de Los 3 Mosqueteros), en la época del paso de República a Imperio Romano. A su alrededor aparecen un montón de nombres ilustres (Julio César, Marco Antonio, Cleopatra, Cicerón, Bruto...) en un retrato de la vida de los ricos y poderosos y de sus complots, ambiciones, miserias, etc y una ojeada a la de los pobres. 



La serie, del canal estadounidense HBO, está bien ambientada (localizaciones, vestuario, atrezzo...), el ritmo es bueno, la historia un poco folletinesca (aunque probablemente es un reflejo de lo que realmente pasó) pero está bien documentada (lo que se agradece), la fotografía y la banda sonora son acertadas y los actores están bien escogidos (Atia de Juli lo borda). Una historia con acción, drama, amor, sexo, traiciones... que atrapa y entretiene a la vez que aprendes un montón de cosas de ese período histórico. 

Life on Mars

Pero la británica. La original, ¿eh? Que no digo yo que la versión estadounidense esté mal, porque no la he visto, pero ese conato de yo que sé qué, que hicieron en España bajo el nombre de "La chica de ayer", puff, para olvidar. La trama comienza en Manchester, en 2006, cuando el inspector de policía Sam Tyler (el comedido John Simm o el protagonista de varias series inglesas que no llegan a España) sufre un accidente de coche. Cuando despierta, descubre que ha sufrido un salto temporal y que se encuentra en 1973. Entre que no se cree ni entiende lo que le está pasando y que los métodos policiales han cambiado un mundo en las últimas cuatro décadas, Tyler se encuentra en algunas situaciones bastante peculiares y divertidas. 


La serie, producida por BBC1, hay que verla en versión original, porque parte de las gracia está en el tono y el acento de sus protagonistas (tengo que reconocer que necesité subtítulos para poder entenderla, porque la jerga mancuniana como que no la domino). Buena ambientación, buenísima interpretación (sobre todo Philip Glenister, que hace del teniente Gene Hunt y que es todo un descubrimiento para mí, a pesar de ya no es un pipiolo), la banda sonora setentera para chuparse los dedos (con la canción que da nombre a la serie, Life on Mars de David Bowie como bandera) y una historia muy trabajada que te mantiene en vilo las dos temporadas. 

Deadwood

Otra de HBO (cadena que me tiene conquistada con sus series) y de época (en este caso mediados del S. XIX en el Medio Oeste Estadounidense, concretamente a la altura de Dakota del Sur). Es un western con un enfoque un poco más social, político y antropológico que los filmes de John Huston o Howard Hawks y donde las mujeres a veces hasta tienen algo que decir. En él se narra la historia de la creación de Deadwood, localidad que se encuentra actualmente en Dakota del Sur, pero que en ese momento se encontraba en tierra de nadie y en proceso de anexión a la propia Dakota, a Montana o a Wyoming. Como casi todas las localidades de esa época, nació como campamento de los buscadores de oro y atrajo después a colonos, visionarios, empresarios y una serie de personajes de dudosa moral y peor comportamiento.



La serie gira en torno a varios personajes, pero los que cortan el bacalao son dos: Seth Bullock (el, en esta serie, atractivísimo Timothy Olyphant o Wes Krulik en Damages) y Al Swearengen (el británico Ian McShane o Waleran Bigod en Los pilares de la tierra, que echa por tierra (valga la redundancia) el estereotipo de la contención inglesa). El primero llega con complejo de justiciero y con dinero en el bolsillo para abrir un negocio y el segundo ya está asentado y controla todo el cotarro de todo lo ilícito que tanto dinero da -alcohol, drogas, prostitución-. Aunque parezca una pesada, la ambientación es excelente (para muestra decir que las mujeres no están depiladas), las actuaciones espectaculares (no digo más que me he hecho fan de las frases de Al Swearengen en facebook), mezcla un montón de personajes reales (Wyatt Earp, Calamity Jane, Wild Bill, y los propios Seth Bullock y Al Swarengen) con otros de ficción y el guión está escrito de forma magistral. Hay dos peros en esta serie. El primero es que no es apta para puritanos (de la boca de Swarengen salen más palabrotas que palabras y las mujeres en el burdel andan, sin pudor, con los pechos al aire). El segundo es que algún descerebrado decidió que la serie no tenía suficiente audiencia y decidieron terminarla tras la tercera temporada. ¿Se queda sin finalizar o acaba abruptamente? Digamos que se echa de menos un mejor cierre (de hecho parece que habían contemplado la posibilidad de darle un final más final en dos películas pero el proyecto no cuajó), pero ya sabemos, gran serie, gran presupuesto, expectativas muy altas, dificultad para alcanzarlas. Aún así, una de las mejores series que he visto. 

Continuará...

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