España tiene la fama en Europa de ser el país de la siesta y la fiesta. Lo de la fiesta debe de ser porque duplicamos en número total de bares al resto de nuestros vecinos europeos (concretamente, en nuestro país, hay un bar por cada 128 habitantes) aunque no en consumo alcohólico (lo que está muy bien, ya que significa que nos divertimos, pero con moderación etílica) y porque somos tan sociables que las fiestas las hacemos en la calle, donde todo el mundo nos ve, en vez de en casa de amigos, como suele suceder en el resto de Europa.
Y lo de la siesta porque sí, porque es verdad que en Europa sólo los bebés duermen después de comer, pero es que nosotros tenemos ese maravilloso turno partido que, sobre todo, en las ciudades pequeñas, te deja dos o tres horas sueltas en mitad del día que posibilita que te dejes caer a los brazos de Morfeo. También es verdad que nos acostamos muyyyyy tarde y nos levantamos a la misma hora que nuestros vecinos (ergo, dormimos menos horas). Y también es verdad que, sobre todo en verano, ponerse a trabajar a las 4 de la tarde con toda la solana está recomendado sólo para valientes o para los que no les queda otra y es que el calor aplatana. Y quien diga lo contrario, miente.
Tras esta justificada introducción os contaré que a mí no me gusta echar la siesta. De hecho a los que me rodean tampoco les gusta que la eche (afortunadamente para ambos es una práctica que hago de ciento en viento). ¿Por qué? Pues sencillamente porque me levanto de una mala leche que no me aguanto ni yo misma, así que no estoy en disposición de pedir comprensión ni paciencia por parte de los demás.
La siesta, para que sea efectiva y saludable tiene que ser de 20 minutos. Cuántas veces habremos oído esa frase, pero me pregunto yo: ¿20 minutos de sueño efectivo o 20 minutos desde que te acuestas hasta que te levantas? Si es lo segundo yo disfrutaría de unos 10 minutos de siesta porque me cuesta dormirme y por qué no decirlo, también despertarme. Así que me vais a perdonar, pero me parece ridículo acostarme para dormir 10 minutos que no me sacan de nada. Si es lo primero el proceso siestero se me convierte en una hora de me pongo cómoda, me echo en el sofá o en la cama, me pongo un documental de las prácticas de camuflaje de los camaleones de Madagascar o abro un libro de Karl Popper (3 líneas son suficientes para que caiga como un lirón) y claro, pues como que a veces no tengo tanto tiempo y el proceso queda descartado.
El día que me echo la siesta es porque estoy reventada y no puedo evitarlo. Y ese día no duermo 20 minutos, duermo 2 o 3 horas. Así que cuando me quiero levantar son las 7 de la tarde y tengo el cuerpo destemplado, el estómago revuelto y la cabeza pesada. Me entra una mala leche que me molesta hasta respirar, así que os podéis imaginar lo que me molestan los demás... y empiezo a pensar que he perdido toda la tarde y que a ver ahora quién es la guapa que se va a la cama a una hora respetable y que ya que estoy con pijama (porque si he dormido dos o tres horas me he puesto el pijama y he pasado del sofá para irme a la cama) pues qué pereza cambiarse para salir a tomar algo y mejor me quedo en casa y qué mal me siento que soy como una seta y que pierdo el tiempo sin hacer nada. Y claro, como luego no puedo dormir me quedo hasta las tantas leyendo o viendo series y al día siguiente me tengo que levantar pronto por lo que después de comer estoy reventada y me echo la siesta y el ciclo sin fin vuelve a comenzar.
¿Y qué pasa si me despiertan a los 20 minutos? (porque está claro que yo, por mi mano mayor, no lo hago), pues que también cabreo. Porque siempre que duermo, sueño y casi siempre que sueño, me acuerdo y que te despierten en mitad de un sueño es como estar viendo una película y te la corten a la mitad sabiendo que no la vas a poder volver a ver en toda tu vida. Si el sueño es pesadilla bien, pero cuando es uno de esos sueños en los que uno vive una historia alucinante, que te dejen a medias molesta, y mucho, y la realidad que me encuentro cuando abro los ojos me parece más fea y sórdida y me enfado con la realidad por ser como es, con la persona, animal o cosa que me despertó, con el que esté a mi lado por permitir que me despertara y conmigo misma por ser tan petarda de enfadarme por esa chorrada.
Así que creo que coincidiréis conmigo que mejor que pase del deporte nacional y ocupe ese tiempo en labores menos placenteras pero, probablemente, más productivas.
Y ahora, a dormir, que ya es hora. Dulces sueños.
Y ahora, a dormir, que ya es hora. Dulces sueños.
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