Ya está, ya terminó el curso escolar y puedo tomar un breve respiro. Hasta el lunes, que comienzan las actividades de verano. Pero no pensemos en eso. Pensemos en mañana. 9:30 am. Estación de autobuses. Viaje a Madrid. Dos días que no han empezado y que ya me saben a poco.
Yo soy una chica provinciana, de ciudad pequeña, casi pueblerina. Así que para mí ir a la capital es toda una aventura. Durante años odié ir a Madrid. Era llegar y sentirme atacada, como estar en una jungla y no parar de oír bichos peligrosísimos que iban a por mí. El año pasado le empecé a coger el gustillo a la ciudad, y todo comenzó cuando descubrí que era el hecho de ir en coche lo que me estresaba. A partir de entonces autobús o tren y a disfrutar de la gran ciudad, de su oferta cultural ilimitada, del reencuentro con amigos a los que adoro y a los que apenas veo, de los brunch, el vermouth y tapa de antes de comer, la terracita de media tarde, los paseos, los escaparates de tiendas de lo más variado, el metro...
Y entonces pienso que se acerca la Noche de San Juan y que otra vez me perderé las hogueras en la playa de El Sardinero y que quizás este año las salte en la Plaza España. Y sin saber cómo me encuentro cantando:
Que quieres que te traiga,
que voy a Madrid.
Que quieres que te traiga,
que voy a Madrid.
No quiero que me traigas,
no quiero que me traigas,
que me lleves sí,
que me lleves sí.
Al pasar el trébole, el trébole, el trébole
al pasar el trébole
la noche de San Juan
Al pasar el trébole, el trébole, el trébole
al pasar el trébole
los mis amores van.
Este viaje también es de desconexión tecnológica, así que hasta el lunes no creo que dé señales de vida. Espero tener, entonces, material fresco para el blog. Hasta entonces buenas noches y pasad un provechoso fin de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario