Al final, como el sábado tenía el día un poco superficial, decidí no comerme mucho la cabeza e ir a ver alguna película ligera y, a ser posible, divertida. La elegida fue Hysteria, una comedia "romántica" ambientada en el Londres de 1880.
Es la historia del doctor Mortimer Granville (protagonizado por Hugh Dancy o el ligeramente autista Adam de la película del mismo nombre), que es despedido de todos sus trabajos por tener ideas revolucionarias en torno a la medicina (como, por ejemplo, el creer que existen unos minúsculos seres que enferman a la gente llamados gérmenes y de la importancia de la higiene para deshacerse de ellos). Finalmente encuentra trabajo en una consulta privada dirigida por el doctor Dalrymple que se dedica a aliviar los efectos de la histeria que sufren casi todas las mujeres. La histeria definida como toda manifestación física (retención de líquidos, espasmos musculares...) o psíquica (insomnio, ansiedad, tristeza...) que tienen las mujeres y que es incomprendida por los hombres. Para tratar de ayudar a las mujeres que pasan por su consulta, el doctor Dalrymple les aplica un masaje digital para relajar la vulva. No hacen falta más explicaciones, ¿verdad?
El doctor Granville se une a esas prácticas, teniendo tanto éxito que comienza a sufrir espasmos en su mano derecha (obviamente era diestro), lo que le dificulta la realización de su trabajo. Le dificulta tanto que finalmente es despedido por no poder satisfacer las necesidades de las pacientes. Sin embargo, jugando con un aparato eléctrico que su amigo St. John-Smythe (interpretado por Rupert Everett), un excéntrico millonario fascinado por las nuevas tecnologías, acaba de construir, se le ocurre la idea de construir un estimulador vaginal eléctrico que cure todas las manifestaciones de histeria.
Después, por ahí entran las dos hijas del doctor Dalrymple, una independiente sufragista-socialista (Maggie Gyllenhaal) y la otra sumisa y callada (Felicity Jones) y se asoma tímidamente el tema de las clases sociales, de la independencia de las mujeres y la igualdad entre hombres y mujeres, del choque entre el mal llamado tradicionalismo (digamos más bien ignorancia y prepotencia) y los avances tecnológicos y científicos, y por supuesto el amor y las relaciones de conveniencia.
Las principales críticas que ha recibido la película son, por un lado, que a pesar de que el tema da tanto juego se ha abordado desde un punto de vista muy comedido y conservador. Y, por otro, el hecho de que se centre más en aspectos banales que en temáticas sociales tan relevantes y serias como las antes mencionadas. Bueno, no estoy de acuerdo con esas críticas. Sí, se podría haber hecho una película más loca, más extrema y sí, se podría haber hecho más hincapié en esos temas tan importantes pero tan dejados de lado, pero, en mi opinión, la película es comedida porque la sociedad londinense de finales del S. XIX era muy comedida y muy flemática y esos temas no se trataban ni con profundidad ni con ligereza, así que tal y como está la historia me parece más creíble. Y no pasa nada por no hacer una película profunda, de hecho se agradece, de tanto en tanto. Además, seamos sinceros, todas las risas que te saca la cinta (que a mí, al menos me sacó), hubieran estado ausentes si la directora (Tanya Wexler) se hubiese adentrado más en temas de luchas sociales, que son importantes, no voy a decir que no, pero, admitámoslo, nada divertidos.
La película pasará sin pena ni gloria a los anales de la historia, pero me dio lo que yo buscaba en ese momento: una historia ligera y divertida que me hiciera evadirme por más de hora y media. Y para mí, eso ya vale. Así que si estáis en un momento de no pensar, esta película es una buena elección.
Por cierto, el aparato acabó llamándose Jolly Molly (en la película lo mal doblan como Molly Piruleta cuando en realidad es la alegre Molly) que es el apodo de una ex-prostituta que es la primera mujer en tener el placer de probar el invento eléctrico. Mucho mejor Jolly Molly que vibrador o consolador (a mí este último nombre me da hasta tristeza, no os digo más).
Excelente crítica y acertadisimo comentario sobre la contencion estética del film relacionandolo con la cultura victoriana. El director ha sacado partido a unos temas escabrosos como son la sexualidad y la socieadad de clases transformandolos en una bonita e historicamente bien ambientada comedia. En manos de un Almodovar, la película hubiera sido un bodrio.
ResponderEliminar