Ahora que he terminado los exámenes de la UNED voy a hablar de una cosa que hago en esta época, y que tras reflexionarla me ha parecido curiosa. Pero antes un resumen informativo, que hace tiempo que no escribo nada demasiado personal en el blog, sobre cómo me está yendo la vida académicamente hablando.
El año pasado se me fue un poco la mano matriculándome de seis asignaturas de trabajo social. Hice un gran esfuerzo y bastantes malabares para compaginarlas con el trabajo y el inglés y las aprobé todas. Ahora, eso sí, con un desgaste mental bastante interesante. El caso es que me quedaban tres asignaturas para finalizar la carrera. Una la hice en febrero: Políticas Sociales, la cual aprobé. Y dos he hecho en junio: Derecho del trabajo y el Prácticum. Esta última, por cierto, la he disfrutado muchísimo, porque me ha permitido hacer prácticas en una unidad de barrio, y ver in situ cuál es el trabajo del trabajador social institucional. De estas aún no sé la nota y aún creo que tardará un par de semanas en salir. Las espero como agua de mayo como os podéis imaginar.
Bueno, el caso es que durante la época de exámenes sigo una serie de rituales (y eso que no soy nada supersticiosa), que me ayudan a sentirme más cómoda, más segura y más relajada. Algunos tienen su lógica, pero otros son como los que hace Rafa Nadal cuando practica su saque. Una serie de actos movidos por la costumbre que me ayudan a confiar más en mí y a sentirme más concentrada. Eso o sí que soy supersticiosa.
La sede de la UNED de Pamplona está justo al otro lado de la ciudad de donde yo vivo, así que cada vez que tengo un examen tengo que ir en coche. Yo siempre escucho música en el coche. Siempre tengo un CD de canciones varias que se enciende cuando lo arranco y se apaga cuando lo paro. Bueno, los días que tengo examen apago la radiocd. La razón es que tengo una mente muy "espóngica" (y esponjosa, ya que estamos). O lo que es lo mismo, lo que oigo lo retengo y lo repito. Así que si oigo una canción de camino al examen, lo más seguro es que durante el examen esté pensado más en tararear o cantar la canción que en lo que tengo que poner. O sea, que fuera música.
2.- Nunca llevo ni apuntes ni libros al examen.
Hay mucha gente que llega media o una hora antes del examen y se pone como loca a repasar. Yo eso lo hacía antes, cuando no llevaba bien preparada la materia. Pero la edad, y sobre todo, la práctica a la hora de hacer exámenes, me ha hecho cambiar de estrategia. Lo que no me sé no lo voy a aprender en la media hora antes de que comience el examen. Y revisar los apuntes, o el libro, sólo me sirven para sentirme más insegura sobre lo que me sé y lo que no me sé (normalmente para recordarme todo lo que no me sé o lo que no me acuerdo). Así que nada de apuntes.
3.- Siempre llevo al menos 5 bolígrafos.
Un bolígrafo es normal porque con algo tienes que escribir, digo yo. Dos, si son del mismo color, se podría llamar precaución, por si acaso te falla el primer bolígrafo, pero ¿cinco? Cinco ya es una manía rayana la obsesión. Porque, al fin y al cabo, nunca uso más de dos bolígrafos. Y aquí entraría una submanía de la manía. La de escribir un pequeño esquema de lo que voy a decir a sucio con un bolígrafo y el desarrollo final con otro. No me preguntéis por qué porque no le encuentro sentido, simplemente lo hago.
Éste es el ritual que hago cuando llego a mi silla del examen y antes de leer nada. Pongo encima de la mesa mis cinco bolígrafos, mi carnet de la UNED, las gafas si las llevo y el reloj. Aquí tengo que matizar que yo no tengo reloj de muñeca, sino que tengo uno que llevo en el bolsillo. Así, a priori no parece un ritual-manía, sino algo normal lo de llevar un reloj a un examen para poder revisar el tiempo que te queda. Pero lo incomprensible del hecho es: Uno, que en todas las aulas de exámenes hay un reloj más grande que el de la Puerta del Sol, por lo que aunque esté en la última fila y no lleve las gafas vería la hora. Dos, que nunca miro la hora en mi reloj de bolsillo. Por alguna razón me da tranquilidad tener ahí el reloj, como si pudiera controlar el tiempo.
5.- Nunca miro si han salido las notas hasta al menos 3 semanas después de los exámenes.
En la UNED las notas salen entre 3 y 5 semanas después de haber hecho el examen (un par más si lo hiciste en la primera semana) y sé que hay gente que desde el primer día se mete, de forma obsesiva, en el campus de estudiante para comprobar si ya han salido. Como eso de sufrir por sufrir no es lo mío, me mentalizo para no mirar en la página de las notas hasta al menos 3 semanas después de haber acabado los exámenes. Esto no es ni manía ni ritual, sino un ejercicio de salud mental.
6.- Nunca releo el examen en la valija virtual antes de saber la nota.
Desde hace un par de años la UNED tiene valija virtual. Antes, los exámenes se metían en un sobre y se mandaban por valija postal a Madrid, donde los corregían. En la actualidad utilizan las nuevas tecnologías, supuestamente para acelerar el proceso -cosa que no se ha hecho de ninguna manera pues tardan lo mismo que antes en dar las notas-, para escanear los exámenes y mandarlos directamente a Madrid. Esto implica, también, la valija virtual, que es colgar tus exámenes en tu campus virtual para que los alumnos podamos ver qué tan bien o mal hicimos el examen. Hay gente que espera con ansia que cuelguen el examen y luego buscan la respuesta en el libro o apuntes y empiezan a calcular si han aprobado o no y la nota que van a sacar. A mí eso me parece una tontería y por eso no lo hago. Mi experiencia en la UNED me dice que hay profesores que al corregir valoran algo más que el hecho de tener las respuestas del examen como la materia que aparece en el libro; Sino que agradecen que esté bien escrito, sin faltas de ortografía ni de coherencia, que esté argumentado y explicado de forma que no parezcas un loro vomitando lo leído sino un ser pensante con opiniones y reflexiones sobre lo abordado.
Rituales, manías, costumbres o buen juicio. Podéis llamarlo como queráis. La cuestión es que hago eso en todos los exámenes desde hace unos años, y no digo yo que eso es lo que me ayuda a aprobar, que no, que mucho tiene que ver mi experiencia y lo que estudio, pero sí que me ayuda a confiar en mis posibilidades y a no dejarme llevar por los nervios pre y post examen. Espero que no tenga que volver a aplicar estas técnicas, porque eso significaría que he aprobado las dos asignaturas y que me diplomo, pero en el caso de que no sea así, en septiembre seguiré con el ritual, que no por no funcionar una vez pierde su sentido.
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