Echando la vista atrás a las últimas entradas del blog parece que lo he convertido en uno de reseñas literarias. No era mi intención, y es probable que sea sólo una fase. La razón por la que prácticamente sólo escribo de lo que leo es porque lo que leo es lo más emocionante que me pasa en mi día a día. Es lo que tiene elegir rutina por encima de aventura. Aunque quizás el objetivo es sacar emoción de la cotidianidad más rutinaria. Quizás esta reflexión dé para un post propio. O quizás no todo lo que pasa por mi cabeza es necesario ni susceptible de ser plasmado en un blog. Pensaré en ello. Mientras tanto, me centro en el último libro leído.
¡Y de Rafael Reig, creador de la famosa Sangre a borbotones llega Guapa de cara!
¡Y de Rafael Reig, creador de la famosa Sangre a borbotones llega Guapa de cara!
Nunca es bueno que en la contraportada de un libro hablen más y mejor de la obra anterior de un autor que de la que tienes en las manos. ¿Acaso es que nadie se la ha leído como para poder escribir al menos un párrafo de bondades?, ¿o significa eso que la obra es un truño y hay que enmascararla con algo positivo del autor aunque sea de la época antidiluviana?
Que el que ha escrito la contraportada no se ha leído la novela es un hecho como un palacio. Y bueno, truño, lo que se dice un verdadero truño, tampoco, pero éste parece que es uno de esos casos en el que un escritor escribe una gran obra que sorprende, divierte y provoca y lo siguiente que escribe es una vuelta de tuerca de lo anterior.
La reseña que pretende atrapar al lector dice lo siguiente: "La escritora Lola Eguíbar acaba de morir de un tiro y ahora, con las incomodidades que inevitablemente le acarrea ser un fantasma intangible, inaudible e invisible, inicia la investigación de su propio asesinato, acompañada por un insólito escudero, Benito Viruta, el protagonista de sus libros infantiles."
En realidad Lola Eguíbar o Lola Líos no inicia la investigación de su asesinato. En realidad ni tan siquiera el quién y el por qué del asesinato es importante en la novela. Ella muere y se convierte en un espectro con el aspecto físico de un personaje de sus novelas, al que le acompaña un niño asqueroso, un tal Benito Viruta. Pero lo que hace en la novela es reflexionar sobre su vida, sobre lo que quería y no consiguió, lo que consiguió y no quería, lo que ha perdido, lo que los demás (sus padres, su ex-marido) piensan, sienten y sueñan sobre su muerte. Recuerda escenas del pasado. Escenas que en su momento habían sido importantes, pero con el tiempo se habían ido diluyendo.
Hay dos cosas que me han gustado de la novela.
La primera creo que es lo que hizo que Sangre a borbotones fuera tan aplaudida y es el cambio de escenario. ¿Qué pasaría si lo que se predecía se hubiera cumplido?. En 1976 el petróleo se acabó en el mundo. Por algún motivo, Madrid se inundó y ahora, en 1999, es una especie de Venecia, donde la gente se desplaza o en barcos o en bicicleta. En 1981 hubo un intento de golpe de estado por parte de militares, pero el que vino al rescate fue EE.UU. así que España se ha convertido en la U.S. Iberian Federation, donde está prohibido hablar en parole y todo el mundo tiene que hablar en inglés. Desde principios de los 80 unos investigadores españoles han descubierto la neuroproteína K666 que paraliza la defunción de las células cerebrales, lo que puede acabar con enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson y alargar la vida del ser humano, pero también puede matar. Ese es el mundo de la novela.
La segunda son las reflexiones que hace Lola. Sobre momentos importantes, sobre actitudes... Como que hay personas que son como un lápiz que se ha caído al suelo. Tiene la mina rota, pero no lo descubres hasta que no pasa el tiempo y el lápiz llega a esa parte. O esta que me ha hecho asentir como una idiota, porque ¡qué razón tiene!:
"Nos pasamos media vida tropezando con los muebles, pillándonos los dedos en las puertas, dándonos coscorrones contra el pico de las mesas. Sin embargo, llega ese día en que te agachas a coger una cacerola y, al incorporarte, te das en la cabeza con la puerta del armario de los vasos. Si lo primero que piensas es que la culpa es de tu marido, que otra vez se la ha dejado abierta, entonces el matrimonio ya está muerto, el amor se ha evaporado y no hay nada que hacer.
El día que una ya no dice "¡La puta puerta!" sino "¡Qué cabrón!", todo se ha terminado.
Ya no es la puta puerta contra lo que has tropezado, sino tu vida entera, tu vida que está mal cerrada, que está donde no debería estar, al acecho, preparada para golpearte en la frente. "¡La puta vida!", eso es lo que una piensa, porque el problema no es ese armario que no tendría que estar abierto, sino la vida que llevas, que no debería estar ahí, atravesada en medio de tu camino."
En la biblioteca no tienen Sangre a Borbotones, pero después de leer Guapa de cara, no estoy segura de si me quiero meter otra vez en el mismo tiesto para encontrar más de lo mismo.
En la biblioteca no tienen Sangre a Borbotones, pero después de leer Guapa de cara, no estoy segura de si me quiero meter otra vez en el mismo tiesto para encontrar más de lo mismo.
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