A 50 metros del portal de mi edificio hay cinco contenedores de basura. Dos para deshechos orgánicos, uno para papel, uno para plástico y uno para vidrio. A no más de 100 metros andando en cualquier dirección, puedes encontrar el mismo patrón de contenedores. No hay duda de que Pamplona es una ciudad que te lo pone fácil para reciclar. Sin embargo, cada vez que voy a tirar algo al contenedor, me encuentro que el supermercado que hay cerca de mi casa se salta a la torera todas las normas de reciclaje y tira, diariamente, cartones y plásticos en los contenedores destinados a la basura orgánica.
Reciclar implica espacio, porque a pesar de que las cocinas son cada vez más pequeñas, debemos tener cuatro cubos de basura distintos para acoger cada material.
Reciclar implica tiempo, porque tenemos que separar lo orgánico de lo que no, porque tenemos que bajar cuatro bolsas en vez de una, porque tenemos que tirar el papel al contenedor del papel y guardar la bolsa de plástico, en el que iba, para otra ocasión o para el contenedor de plástico. Y, sobre todo, porque tenemos que desplazarnos al punto limpio para llevar todo lo que no entra en ninguno de los cuatro contenedores.
Reciclar implica conocimiento, porque tenemos que saber dónde va el corcho o las latas de sardinas, o si las bombillas pueden ir donde el vidrio o debemos llevarlas al punto limpio por los filamentos. Porque hay que saber que hay que separar el plástico del papel en los sobres de las cartas del banco, porque las pilas también se reciclan, pero en otro espacio.
Reciclar implica conciencia y responsabilidad, porque no hay ninguna ley que nos penalice por no reciclar, como ocurre en Alemania, pero pese a todo yo decido hacerlo. Porque aunque, en ocasiones, cuando me encuentro con casos como el del supermercado, me da la sensación de que estoy perdiendo el tiempo, pues un sólo acto negligente de un gran generador de basura produce más deshechos en una semana que los que yo puedo generar en un año, me esfuerzo por seguir haciéndolo. Porque la "pérdida de espacio y tiempo" están ampliamente compensadas con los beneficios a medio y largo plazo para el medio ambiente y para mi calidad de vida. Porque creo que la basura, como la energía, no debiera de destruirse, sino de transformarse. Por eso reciclo y por eso le he escrito al supermercado la sugerencia de que lo hagan también, que no les cuesta nada.
Y si ninguna de esas razones nos parecen suficientes para reciclar, dejémonos llevar por el romanticismo y hagámoslo para que una historia de amor tenga un buen final.
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