Hace unos meses abandoné el blog porque no me apetecía seguir escribiendo. No es que no se me ocurrieran cosas que contar, no es que no echara de menos hacerlo, no es que dejara de escribir, es que no tenía ganas de escribir de cosas personales. Y por personales no me refiero sólo a lo que me pasaba a mí, sino a lo que pasaba por mi cabeza, así que empecé a escribir sobre lo que leía. Antes ya lo había hecho con mis lecturas de cada mes, pero cuanto más escribía sobre lo que leía más quería leer y más quería escribir, y por alguna razón lo hice en facebook, esperando que alguien me parara o me alentara o me comentara o hiciera patente que estaba ahí, cosa que echo de menos en este blog, que no sé si alguien lee pero que casi nadie comenta.

Desde hace un par de semanas estoy actualizando el blog, comenzando por volcar todo lo que escribí en facebook, sobre qué me pareció tal o cual libro. Son unos cuantos, así que si no os gusta el tema tened un poco de paciencia porque noto que, poco a poco, vuelve Lamb. La que piensa tonterías y las suelta, la que es capaz de hacer broma de situaciones absurdas, la que se enfrenta al "vuelva usted mañana" y se queja.
Mientras esa Lamb acaba de llegar escribo sobre la lectura y sobre ciertos temas que van asociados y con los cuales yo tengo más que mis dudas sobre su corrección. La tele es mala, atonta los sentidos, te fríe el cerebro y te estropea la vista, es para paletos e incultos que se tragan cualquier cosa que echan. No pasa nada con ver un poquito la tele cada día, pero eso de estar cuatro horas delante de la caja tonta no sólo te embrutece sino que te engorda, que claro te sientas en el sillón con una cerveza o una soda en la mano y chucherías en la otra y te dedicas a perder el tiempo. ¡Sal y vive tu vida, en vez de vivir a través de la de los demás!
Leer es bueno, te expande la mente, te hace soñar, te culturiza. No pasa nada por disfrutar de unas horas de lectura al día. No pasa nada por olvidarte del mundo real durante unas horas y recluirte en ese mundo ficticio que te presenta el libro. No pasa nada por estar sentado o tumbado leyendo; el ejercicio que no hace el cuerpo lo hace la mente. Leer es bueno. Y no hacen falta razones para leer, pero si necesitas alguna ahí van 33.
Estoy haciendo de abogada del diablo, porque no tengo tele en casa y leo mucho.
Leo y leo y leo, y en un momento determinado empiezo a pensar que me he convertido en una adicta. Cada página que devoro me llena de una energía desconocida y cuando acabo el libro me quedo vacía, desapasionada, perdida y la única forma de huir de esa horrible sensación es abriendo un nuevo libro y empezar, de nuevo, con ese círculo dañino.
Leer me culturiza, mi vocabulario mejora, mi ortografía mejora, mis conocimientos sobre distintos temas aumentan. Leer me entretiene, a veces paso horas pegadas a sus páginas (no estoy en contra del e-book, pero yo sigo fiel al libro de papel) sin darme cuenta de que no he comido, de que ha anochecido o, en el peor de los casos, de que ya ha amanecido. Leer me evade. Leo sobre investigaciones policiales, sobre vidas marcadas por guerras, por secretos, por descubrimientos y me olvido de mi realidad rutinaria. Me olvido tanto que cuando vuelvo mi vista a esa cotidianidad es un poquito más fea que antes, un poquito más desabrida. Leer me hace sentirme acompañada. Los personajes de las novelas sufren conmigo, disfrutan conmigo, piensan conmigo, sienten conmigo, o más bien yo con ellos, y a veces se meten tanto debajo de mi piel, de mi corazón y de mi cabeza que cuando el libro acaba me siento en el más absoluto de los abandonos. Porque sé que ya no volverán, que no hay más que eso, que yo sigo viviendo y caminando hacia delante y ellos pararon y lo único que se me ocurre para desembarazarme de esa tristeza es buscar a otros "compañeros de viaje" en otras historias, sabiendo que todo se repetirá una y otra vez.
No critico la lectura. No desincentivo que la gente lea, lo que sea, periódicos, cómics, ensayos, novelas... Porque yo no podría vivir sin hacerlo, pero a mí se me han ido las cosas de las manos. Hace tiempo que me he dado cuenta y mi propuesta de nuevo año será leer menos y mejor. No mejores libros, sino con mejor actitud, sabiendo hasta dónde puedo dejarme arrastrar por las historias, por los personajes. Sabiendo que no es malo un rato de evasión pero que no puede convertirse en mi día a día. Yo leo por la misma razón que otros ven la tele. Porque necesito encontrar esa dosis de relevancia, de interés que no encuentro en mi vida diaria. Pero el problema no es mi vida. El problema soy yo y los libros sólo elevan las expectativas más y más alto. Si no lo paro ahora, dejaré de disfrutar mi realidad. Y eso me da miedo.
Nada es malo si se hace con moderación, incluso ver la tele. Nada es bueno si se hace sin medida, incluso leer. Escribir mejora las cosas. Escribir sobre la novela, sobre lo que me ha hecho pensar, lo que me ha hecho sentir, pone las cosas un poquito en perspectiva, por eso, aunque a veces me parece que meto un rollo con tanta crítica y tanto libro, no puedo dejar de hacerlo y así, piedra a piedra, voy creando mi camino de baldosas amarillas que me permita volver de la tierra de Oz.