
Es una novela corta, tranquila, pero dinámica como la marea, que no se nota subir, pero sube. Es la amistad y algo más de una mujer de 38 soltera y aficionada a beber sake, en los bares, con su antiguo profesor de japonés ya septuagenario.
Mientras estaba leyendo, la peculiar forma que tienen Tsukiko y su sensei de acercarse y alejarse, como un péndulo, me recordaba a Lo que queda del día y entonces me di cuenta de que claro, a pesar de que sea una historia protagonizada por británicos en plena campiña británica, Lo que queda del día está escrita por un japonés, Kazuo Ishiguro y es que parece que no se diferencia mucho la flema británica de la timidez nipona.
Tras leerlo he descubierto que mi adorado Jiro Taniguchi ha hecho un manga con la historia, llamada Los años dulces y parece ser que se llevó también al cine en 2003. Pero a pesar de que en todos los lados lo dicen y que he encontrado incluso hasta el reparto he sido incapaz de encontrar nada más sobre la película (ni una sola línea en IMDB y eso sí que es raro raro).
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