Termino mi semana japonesa con cena el viernes en el restaurante China Imperial, donde no hay que dejarse engañar por su nombre, porque hacen una comida japonesa para chuparse los dedos y rascarse los bolsillos, todo sea dicho, y con Sueño profundo de la escritora japonesa más conocida fuera de su país, Banana Yoshimoto.
Son tres historias, no muy largas que tienen en común tres cosas. Que las protagonistas son mujeres jóvenes, que tienen una relación muy especial con el sueño y con los sueños y que a través de ellos se alejan o se acercan a una persona muy importante para ellas.
Banana Yoshimoto escribe claro y conciso, sin muchos adjetivos y con bastante diálogo. Creo que, al igual que Haruki Murakami, esa es la razón por la que ha triunfado en el mundo occidental Son nipones, sí, pero cuentan sus historias con un ritmo occidental, lo que hace más fácil no sólo entenderlos sino el sentirse identificados con sus narraciones. Aunque esas relaciones familiares, sociales y esa forma de ver el amor (sobre todo desde el punto de vista femenino) me resultan extrañas cuando las leo, diría incluso incomprensibles. Pese a todo, o quizás por eso, me gusta leer literatura japonesa.
No estoy muy segura de si cogeré algún libro relacionado con Japón antes de que acabe el año, porque la verdad es que leerlos es como entrar en un sueño profundo, donde cualquier parecido con la realidad, con mi realidad, es pura coincidencia.
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