Leo y leo y cuando más leo menos me parece que conozco. Menos autores, menos títulos, menos historias. A veces es una frustración, otras en cambio me estimula para leer más y me maravilla la cantidad de cosas que están por ahí fuera para descubrir. El último libro que he leído ha sido El hada Carabina del francés Daniel Pennac.
Nunca había oído hablar de este hombre, ni del protagonista de varias de sus novelas, Benjamin Malaussène, pero he aquí que encuentro este libro en la biblioteca, al lado de un montón más del mismo autor y lo cojo. Porque me gusta la ilustración de la portada y las palabras de la contraportada. No sé si es una buena razón para empezar a leer un libro, pero fue la mía, ¡qué le vamos a hacer!
Siempre que acabo de leer un libro y voy a empezar a escribir sobre ello me intento documentar un poco sobre la novela, el autor, su bibliografía, si han hecho película o no, curiosidades, bla, bla, bla... Pues mira por dónde descubro que internet está repleto de artículos, entrevistas, reseñas y demás sobre Daniel Pennac y yo sin haber oído hablar de él en toda mi vida. ¿Acaso he estado en una burbuja toda mi vida? No, no creo, pero aún así los caminos comunicacionales de Pennac no habían tenido a bien cruzarse con los míos. Hasta ahora. ¿Es el destino? ¿Era el momento de que lo descubriera y lo apreciara?¿Sí que me había cruzado con él pero lo había olvidado? Se me plantean demasiadas preguntas para las que no tengo respuesta.
Voy a por el libro, que es terrero firme. Primero breve reseña trasera: "Ancianas que plantan cara a los jovencitos, vejetes que se drogan instigados por una misteriosa enfermera, comisarios que enseñan a robar... Y Benjamín Malaussène tiene que hacer frente a todo ello". Una novela negra, humoristica y poética. Y rara, rara, de las que a mí me gustan.
Todo comienza una noche de frío invierno. Una ancianita dispara y mata a un policía de paisano que estaba haciendo la ronda para descubrir al asesino de ancianas a las que robaba su pensión. La policía comienza a investigar acerca del asesino. Sobre todo un maduro policía asiático, que se disfraza de la Señora Ho, una anciana vietnamita que muestra su dinero sin reparo y que es bastante metiche. Y todas las pistas, todos los caminos llevan a Malaussène.
Benjamín Malaussène es un joven que vive en el barrio multicultural y étnico de Belleville, -un barrio de mucho encanto, mucho comunitarismo, pero también muchos trapicheos, mucha incursión policial, muchos abusos no denunciados, donde sin pretenderlo Malaussène se ve implicado-. Vive en una casa con su madre, varias hermanas y hermanos a cada cual más especial, con un montón de ancianos ex-drogadictos y con un perro epiléptico. Trabaja en una editorial como chivo expiatorio profesional. Esto es, es el encargado de enfrentarse con todos los clientes, escritores y proveedores descontentos y asumir como propios los errores de otros mientras intenta calmar los ánimos del personal. No parece ser un trabajo satisfactorio, pero se le da muy bien.
Benjamín se vio, primero implicado en La felicidad de los ogros (que no he podido leer por no tenerlo la biblioteca), después en este libro, a continuación en La pequeña vendedora de prosa, El Señor Malaussène, Entre moros y cristianos y, finalmente en La fruta de la pasión, último libro de la saga publicado en 1999.
Me ha gustado el estilo, me ha gustado el surrealismo, me ha gustado su poética, me ha gustado cómo me ha mantenido Pennac en vilo en ciertos momentos, me han gustado los personajes que construye. Y como me ha gustado todo eso seguro que seguiré a Malaussène de cerca en un futuro.
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