El que se anime a venir a Chile, cosa que yo os recomiendo a todos, tiene que saber que aunque el caracter de los chilenos se asemeja más al de España que los colombianos o los venezolanos hay que aceptar que es sudamérica y que su estrés, pues es distinto al nuestro, para que nos vamos a mentir. Cuando vives aquí, como es mi caso, tienes que hacer yoga, tai chi o tomar valeriana, para que la lentitud en la realización de cualquier trámite no te destroce los nervios. Dice mi padre que es lo bonito del mundo, que haya diferencias. Y sí, una vez que las cosas se han arreglado todo es muy bonito, pero en el momento mentas el árbol genealógico de todo el mundo.
Os contaré que me abrí una cuenta en el banco. Lo hice en la misma oficina que el centro cultural para que las cosas fueran más rápidas. Lo primero que me dicen es que necesitan fotocopia de mi RUT, fotocopia del contrato de trabajo y que rellene una sábana llena de preguntas. Lo hago y me dicen que lo tramitarán. Y una, que es muy ingénua, se piensa que al día siguiente tendrá su cuenta. A los dos días me llaman para que acuda a la oficina. Necesitan que firme y rellene más de seis papeles distintos y que, y ahí yo ya tenía cara de incrédula, que ponga mi huella dactilar y me sacan una foto con una polaroid para los registros. Me presto a todo y me dicen que tienen que tramitarlo. Una semana después, me llaman del banco diciéndome que me llevan al trabajo la tarjeta. Y yo pienso: primero, si aún no me han dicho si tengo cuenta cómo puedo tener tarjeta. Segundo, que me traen qué. Pero cómo va a venir un empleado del banco a traerme la tarjeta al trabajo. Tercero, tanto trámite, tanta seguridad y no he metido ni un peso en la cuenta, para qué quiero yo la tarjeta con tanta prisa si no tengo dinero en el banco...
Mi piso no tiene internet y la tele pues la veo de aquella manera porque los televisores van con los cuernecillos esos que tienes que mover hacia siete mil lados para captar la imagen. Así que decido poner el pack (internet, cable y teléfono). Aquí funcionan varias compañías, pero resulta que en el sector en el que estoy sólo opera Telefónica, ¡vaya por Dios!. Llamo por teléfono y una señorita no demasiado amable me toma el nombre, el RUT (veréis que aquí sin rut estás muerto) y el número de teléfono y me dicen que se pondrán en contacto conmigo. Al día siguiente me llama un comercial y me dice que dónde me viene bien que vaya a visitarme. Yo, primero le contesto que qué necesito para contratar. Pues necesito fotocopia del RUT, fotocopia de la nómina y fotocopia del contrato de arrendamiento. ¡Qué casualidad, me faltaba lo último! Le digo que le llamo yo cuando lo tenga todo. Llamo al casero y le pido el contrato que había llevado a una notaría. Me dice que me puedo pasar al día siguiente por la notaría para recogerlo. Al día siguiente (y ya van tres días) paso por la notaría y resulta que para coger el contrato tengo que firmar dos o tres papeles y dejar mi huella dactilar (que digo yo, que qué manía con la huella, como me quede manca se van a enterar).
Ya con los papeles en la mano llamo a Néstor, que así se llama el comercial y esa misma mañana se pasa por el trabajo. Me trae trescientos papeles para firmar y claro, yo le digo: ¡Hey, para el carro, primero explícame qué me ofrecéis! Bueno, la velocidad de internet es de risa pero he conseguido 4 megas, como en España, 20 canales en la tv y 350 minutos gratis en llamadas locales y sólo por (y ahora agarraros) 55.800 pesos al mes. O sea, unos 80 euros. Teniendo en cuenta de que los porteros de mi edificio cobran 140 mil pesos pues os imaginaréis la diferencia de clases que hay por aquí.
El simpático Néstor me cuenta que tardarán alrededor de una semana en considerar si yo, como extranjera, me merezco tener a Telefónica en mi casa y luego de 15 a 20 días más en instalármelo. Estoy en un ciber, como os podéis imaginar. Aún no ha pasado la semana así que no sé si me lo pondrán o no.
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