06 enero 2013

Juntos, nada más

Atrapada una tarde en Valladolid, en una casa ruinosa, con los recuerdos deslizándose por las paredes, con el frío invadiéndolo todo, con la soledad aplastándome, no pude hacer otra cosa que escapar. Con Camille, con Philibert, con Franck y Paulette, con Juntos, nada más a un París distinto del que conozco. Del que recuerdo. 

Me fascina la forma que tiene de escribir Gavalda, tan... sencilla. Iba a decir fácil, porque lo parece, pero al menos para mí no es nada fácil escribirasí. Quizás el final es demasiado perfecto, pero ¡qué demonios!, no pasa nada por soñar un poco con que las cosas salgan bien en un contexto en el que parece que todo va mal. 

¿De qué va la historia? Vamos a leer la contraportada: 


Camille Fauque tiene 26 años, dibuja de maravilla, pero no tiene fuerza para hacerlo. Frágil y desorientada, malvive en una buhardilla y parece esmerarse en desaparecer: apenas come, limpia oficinas de noche, y su relación con el mundo es casi agonizante. Philibert Marquet, su vecino, vive en un apartamento enorme del que p odría ser desalojado; es tartamudo, un caballero a la antigua que vende postales en un museo, y el casero de Franck Lestafier. Cocinero de un gran restaurante, Franck es mujeriego y malhablado, casi vulgar, lo cual irrita a la única persona que le ha querido, su abuela Paulette, que a sus 83 años se deja morir en un asilo añorando su hogar y las visitas de su nieto. Cuatro supervivientes, cuatro personajes magullados por la vida, cuyo encuentro va a salvarlos de un naufragio anunciado. La relación que se establece entre estos perdedores de corazón puro es de una riqueza inaudita, tendrán que aprender a conocerse para lograr el milagro de la convivencia. Juntos, nada más es una historia viva, con un ritmo suspendido en el aire, llena de esos minúsculos dramas personales que seducen por su sencillez, su sinceridad y su inconmensurable humanidad.

Al igual que con La delicadeza, me quedé con ganas de más. Tanto que me conseguí la película que hizo Claude Berri con Audrey Tautou (que sí, que muy mona ella, con mucha fragilidad y languidez, pero ¿es que no hay más actrices francesas en el mundo, que Tautou tiene que estar como el perejil, en todas las salsas?). A los 3 minutos de película me acordé de la decepción de La delicadeza y tuve el buen tino de dejar de verla.  



Mañana, sí que sí, me pongo a estudiar.

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