Dice el refrán que días de mucho, víspera de poco. Y eso se ha cumplido en mi acción lectora. Leer 12 libros en un mes es demasiado, así que febrero tenía que venir escaso.
El primer libro de febrero The Universe versus Alex Woods, del británico Gavin Extence. Alex tiene 12 años cuando un meteorito traspasa el techo del cuarto de baño de su casa y le alcanza en la cabeza dejándole en coma durante 2 semanas. Cuando despierta descubre que el impacto le ha dejado una cicatriz, epilepsia de por vida y fama en toda Inglaterra. Alex es ingenuo, lleno de dudas existenciales y más bueno que el pan y su vida da un giro cuando conoce a Mr. Peterson un estadounidense viudo, herido en la Guerra de Vietnam, pacifista y amante del escritor Kurt Vonnegut. Me gustan los personajes como Alex o como Christopher Boone de El curioso incidente del perro a medianoche. Personajes que podrían considerarse naïves, por creer que el resto del mundo va a funcionar bajo el mismo riguroso código ético que ellos tienen. En una sociedad llena de "listos" que tratan de sacar tajada de todo y todos hace falta figuras como Alex o Christopher. O al menos yo las necesito.
Como soy como un perro rastreador, cuando descubro algo que me parece que puede ser interesante no paro hasta descubrir más y así es como llegué al segundo y último libro del mes. Uno de Kurt Vonnegut, autor que aparece en The Universe versus Alex Woods. Me dio por buscarlo en la biblioteca del barrio y resulta que, ante mi sorpresa, sí tienen libros suyos. Decidí empezar por uno de los más mencionados en el libro de Gavin Extence: Matadero cinco. Es la historia de un estadounidense superviviente del bombardeo de Dresde durante el fin de la II Guerra Mundial, que años después de volver a EE. UU. es raptado por unos alienígenas y transportado al planeta Trafalmadore. Bueno, es eso y mucho más, pero también en eso.
Vonnegut, que fue uno de los grandes ídolos de la juventud rebelde norteamericana, al igual que (salvando las distancias) Salinger o Bukowski, calificó este libro como "una novela con ribetes esquizofrénicos-telegráficos" y en cierto sentido tiene algo de eso, pero también es una novela con muchas reflexiones en apariencia banales que resultan ser realmente profundas. Como curiosidad decir que Vonnegut publicó en este libro la frase posteriormente usada por las asociaciones de alcohólicos anónimos: Concédeme, señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para distinguir las unas de las otras.
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