20 marzo 2010

El laboratorio de actitudes


Hay gente que dice que soy muy pesimista, sobre todo en ciertos temas. Otros que dicen que soy muy optimista, sobre todo en ciertos temas. Y a todos yo les contesto que soy realista. Que hay cosas que se pueden conseguir y cosas que no, y que pensar así no implica que no vea la realidad tal como es.

Bueno, hoy cambio mi discurso. Hoy soy pesimista. Tengo frío así que me envuelvo en la manta de la autocompasión, me encierro en casa y empiezo a pensar que soy responsable de todo lo malo que me pasa (de lo bueno también, pero ese pensamiento lo dejo apartado para el día en que me levante optimista).

Hace cuatro días fue mi cumpleaños. Y como si fuera un cliché diré que cada año pasa más rápido el año (me aferro a la explicación de que los terremotos movieron el eje de la tierra y que el día dura menos ahora). Hago balance de lo que soy, de lo que hago, de lo que quiero, de lo que tengo y no estoy totalmente satisfecha con el resultado. Para que no lo olvidéis, hoy estoy pesimista, así que me está permitido pensar así. ¿Esta es la vida que quería tener?, ¿esta es la vida que quiero tener? A la primera pregunta le corresponde un categórico no. A la segunda ya es más difícil de determinar, porque soy como una cucaracha, que me adapto al ecosistema en el que vivo.

Siempre pensé que podría conseguir lo que me propusiera, y aunque sigo pensando lo mismo, en la ecuación ha aparecido una variable nueva. ¡Cómo cresta lo hago! Vale, puedo conseguir el trabajo que quiera, al hombre que quiera, la vida que quiera, pero cómo. Se me debió de caer el manual de instrucciones por algún lugar porque no lo encuentro y, francamente, este sistema de prueba-error que aplico es fatigoso.

Aplicando el optimismo pienso que seré un Pascal, una Curie, un Einstein, y al final la prueba no dará error. Aplicando el pesimismo, me veo al final de mi vida como cualquiera de los miles de investigadores que estudiaron lo mismo que los que he mencionado pero que nunca lo descubrieron, y de los que nadie sabe ni su nombre. Aplicando el realismo, pienso que tengo que vivir la vida para descubrirlo y estar preparada para cualquiera de las dos opciones.

Vaya, ni en mi día pesimista consigo ser totalmente pesimista. No valgo ni para eso. Eyyy, ahora sí que me salió el pesimismo más absoluto. ¡¡Yuhuuuuuu!!

2 comentarios:

  1. Princesa!No eres la �nic que se siente s� simplemente eres una mas; y eso aunque jode pos... es lo que hay!
    No digo que no sigmos intentandolo,noooooooooo!Rendirse nunca nunca; pero hay veces que necesitamos DESCANSAR. Descansar de ser buenas y hacer cada dia lo que hay que hacer, descansar y hacer una larga siesta, descansar y saltarse la dieta o el gimnasio, no ir un par de dias a clase de ingl�s o dejar para ma�ana esa obligada llamada telef�nica.
    Tras ese DESCANSO nos sentimos mejor, poco a poco recuperamos el r�tmo y volvemos a ser las superluchadoras an�nomas de siempre.

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  2. Ser optimista es bueno... tiene efectos sobre nuestro ánimo, endorfinas, inteligencia social, autoestima y por supuesto, sobre la percepción del mundo. Lo malo es que todo lo que vale la pena cuesta. Cansa. No hay optimismo espontáneo, eso es ingenuidad o ignorancia. El verdadero optimista sabe que está haciendo una elección. No es fácil, estoy contigo... pero vale la pena.

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