25 marzo 2012

El pastor galáctico

¿Alguien conoce San Agustín del Pozo?, ¿no? No os preocupéis, es completamente normal. Es un pueblo pequeño donde como no pasa nada no sale en la televisión. Y todos sabemos que lo que no sale en la tele no se conoce. ¿Entonces, por qué sacar a relucir esta diminuta localidad, Lamb? Pues porque este pueblecito de Zamora, de apenas 200 habitantes, situado en plena Tierra de Campos, tiene dos cosas interesantes. La primera es que es el pueblo en el que nació mi padre. La segunda es que hay un pastor de ovejas que es consultor de la NASA y de la Agencia Espacial Europea. Vale, sí, ya, ya, lo de mi padre sólo es interesante para mí (que no es poco), pero no me negaréis que lo segundo es muy, pero que muy curioso. Así que dejadme que os presente al Pastor Galáctico, como él mismo se hace llamar.

Su nombre es Joaquín Tapioles y tiene 52 años. En su página web, cuenta que descubrió su pasión por las estrellas cuando era niño. Iba una madrugada con su padre a recoger las ovejas, que habían dejado pastando en el campo, cuando observó una lluvia de estrellas fugaces y se quedó tan prendado que desde entonces no ha dejado de mirar para arriba. 


Antes de continuar narrando cómo llegó este hombre a colaborar con la NASA, quisiera comentar un par de cuestiones. La primera es que ser pastor es un empleo. Esto que parece una perogrullada no lo es tanto y voy a explicar por qué. Los pastores de ovejas no son los dueños de las ovejas. En Tierra de Campos la gente paga a un hombre (porque lo de las pastorcillas sólo es habitual en los cuentos de Andersen o Perrault) para que les cuide las ovejas, las saque al campo a pastar, las ordeñe e incluso las esquile. Cuantas más ovejas pastoree, más dinero gana el pastor, por eso se suelen ver rebaños de cientos, e incluso más de mil, de estos seres lanudos. Este empleo se transmite (o transmitía porque no sé cuántos quedarán ahora en activo, pero no creo que muchos) de padres a hijos. Es un trabajo solitario (aunque supongo que con las nuevas tecnologías cada vez menos) donde se está expuesto a las rigurosidades de la climatología y donde no te haces rico. La segunda de las cuestiones es que la comarca de Tierra de Campos es una llanura que tiene muy pocos pueblos, pequeños y muy separados geográficamente, lo que hace que no haya contaminación lumínica y que el cielo sea un perfectamente visible mapa estelar. 

Con estas dos premisas en la cabeza, retomo el hilo de la historia. El caso es que ese niño que se quedó anonadado con las estrellas, comenzó a mirar hacia el cielo. Primero a ojo descubierto, luego con binoculares, prismáticos y catalejos hasta que consiguió su primer telescopio. Por el día, mientras las ovejas pastaban, se dedicaba a leer revistas y libros sobre astronomía, para saber dónde y qué mirar. Tras ese primer telescopio llegó otro más potente, y otro y otro hasta que harto de montar y desmontar el chiringuito llegó a la conclusión de que necesitaba algo más, que le permitiera ver las estrellas más nítidamente y con más comodidad. Así que, ni corto ni perezoso, decidió poner un observatorio en su casa. Como no tenía dinero para mandar hacer uno, se puso manos a la obra (literalmente) para construírselo él mismo. ¿Cómo se construye un observatorio astronómico? Yo no tengo ni idea, y parece que Joaquín Tapioles tampoco, porque decidió meterse en internet, para buscar algunos modelos e instrucciones. Con eso y fijándose en otros observatorios construyó el suyo, donde puso un telescopio de largo alcance y mayor precisión, un ordenador y una cámara digital. 

¿Y cómo, finalmente, llegó este pastor galáctico a colaborar con la NASA? Pues resulta que como el cielo es infinito, por más que la NASA tenga más recursos humanos y, sobre todo, económicos que algunas naciones, no puede alcanzar a ver todos los fenómenos que se producen en el universo, así que echa mano de los astrónomos aficionados, que con sus propios medios se dedican a observar el cosmos y a documentar todo aquello que se salga de lo ordinario. El proceso de contacto no lo cuenta, pero no creo que escribiera un email en plan "Hey, Mr. NASA, que he construido un observatorio en mi casa, y como veo que se te escapan algunas cosillas estelares, pues si quieres te echo una mano", sino que supongo que la NASA ya tiene un departamento de "captación de aficionados consultores", o algo así, que se pondría en contacto con él. 

En fin. La cuestión es que cuando me encuentro con este tipo de historias, donde alguien consigue realizar sus sueños a base de pundonor, siento una envidia sana porque me gustaría tener ese tipo de pasión por algo. Aunque luego pienso, "con todas las cosas interesantes que hay para hacer y ver en esta vida, ¿cómo te vas a centrar sólo en una?". Así que, por ahora, seguiré diversificando mi atención. 

Y ya sabéis, niños, hoy hemos aprendido que "querer es poder". 

2 comentarios:

  1. Si las estrellas aparecieran una vez cada 1000 años, Dios como las admirarian los hombres.
    Este año por las fiestas patronales de nuestro pueblo espero enseñar el firmamento a todos nuestros vecinos y forasteros que se acerquen al pueblo en esa noche.
    Muy buen blog Noctambula.

    J.Tapioles

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    1. Hola Joaquín,

      En este mundo hace más gente como tú, que persevere para conseguir sus objetivos. Me hablaron mi padre y mi tía de ti y no pude resistirme a darte a conocer. Si me paso por San Agustín por las fiestas, estaré encantada de escuchar tus explicaciones y, sobre todo, de disfrutar de uno de los cielos más estrellados que yo haya visto.

      Un abrazo y espero que el blog te haya gustado tanto como para volver a leerme.

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