24 mayo 2013

La otra cara del sueño americano


Sí, lo sé, la portada es muy similar a la de Culpa y parece que tengo una fijación por los hombres trajeados, pero no, todo fue casualidad. O no. Quizás debería hacérmelo mirar, porque la verdad es que Don Draper me gusta mucho. 

Éste es el último libro que leo y comento en una semana y media, que es lo que me queda para empezar los exámenes y creo que ya es hora de que le dedique todas mis energías. 

El hombre del traje gris es la historia de un hombre de clase media en el EE.UU. de los años cincuenta. En la treintena, con un pasado como soldado en la II Guerra Mundial, vive en una ciudad residencial, en una casa unifamiliar con jardín, junto a su mujer y sus tres hijos. Cada mañana se viste con su traje gris, y con su maletín a cuestas se embarca en un abarrotado vagón de tren, lleno de hombres como él, para ir a trabajar en un puesto anodino en cualquier empresa de Manhattan. A la noche hace el viaje de vuelta, y llega a casa donde le espera su mujer con la cena preparada y un martini para que se le relaje después de un duro día.

Trabaja en un puesto que no le llena pero que le hace ganar el dinero que necesita para tener una casa más grande y más bonita, un coche más grande y más rápido, unas vacaciones más exóticas y "relajantes". El dinero que necesita para asegurar que sus hijos entren en la universidad y que cuando llegue la jubilación pueda "disfrutar" de un retiro merecido. 

Cuanto más tiene más necesita. Cuanto más necesita más vacío se siente y a este momento de la vida de Tom Rath hemos llegado en El hombre del traje gris

Ahora, con la crisis, parece que esa realidad está muy lejana, que con todo el paro que hay, qué felices seríamos si tuviéramos un trabajo que nos permitiera comprar una casa con jardín, un buen coche y mantener a una pareja y a tres hijos. Pero en realidad ese hombre del traje gris (o mujer, para contextualizar con los tiempos actuales) está dentro de cualquier persona que viva en este mundo capitalista donde el objetivo de todos es ganar dinero para conseguir cosas para conseguir... ¿para qué? 

En 1989, el libro se reeditó en EE.UU. y se le pidió al autor, Sloan Wilson que escribiera un pequeño prólogo. En él decía que le parecía curioso que éste fuera más y mejor entendido por la juventud de finales de los 80 que por la de mediados de los 50, que fue cuando se escribió y publicó. Que le parecía curioso que 30 años después "El hombre del traje gris" siguiera tan actual como en el momento inicial. Sloan Wilson murió hace 10 años, pero si aún viviera, volvería a escribir que qué poco han cambiado las cosas en los últimos 60 años. El capitalismo ha triunfado aunque deje un reguero de víctimas vacías y desesperadas. 

El hombre del traje gris o The man in gray flannel suit en su título original (que digo yo que en España se quitaría lo de la franela, porque suena más a pijama o a sábanas que a traje elegante, pero haberlos haylos) es un poco autobiográfico, porque gran parte de la experiencia vital de Rath se solapa con la de Wilson, porque ambos se preocupaban porque muchos de los servicios sociales fueran públicos y porque Wilson era carne de cañón para convertirse en un hombre de traje gris, aunque, a diferencia de Rath, supo evitar ese destino. 

Para los y las amantes del cine, deciros que un año después de su publicación, la novela fue llevada a la gran pantalla, con Gregory Peck como protagonista. Para el que sepa inglés y le interese, aquí está la película completa.

21 mayo 2013

Una de crímenes

En el lomo de Culpa los de la biblioteca han puesto el dibujo de una pistola, para avisar a los lectores de que están delante de una novela negra. Y no lo es, porque no hay pistas, ni investigadores, y lo es, porque hay crímenes y culpables, pero, sobre todo, porque hay víctimas. 

Ferdinand Von Schirach es un abogado defensor penalista alemán que un día decidió que los casos en los que trabajaba, y que habían tenido gran repercusión en la prensa germana, podían tener también cabida en un libro. Y entonces escribió Crímenes, publicada en 2009, ganadora del Premio Kleist, 45 semanas en el top de ventas y cuyos derechos fueron vendidos para ser publicada en 30 países. Obviamente su idea inicial fue buena, así que decidió repetir un año después. Esta vez con Culpa, que es el que leí anoche.

Es un libro que recoge 15 historias sobre asesinatos, maltratos, violaciones y venta de droga, donde los protagonistas son hombres, mujeres, adolescentes, niños, adultos, ricos, pobres, culpables, inocentes, pero todos tienen en común que son víctimas. Víctimas de un criminal, víctimas del sistema, víctimas de su propia conciencia, víctimas de su vida. Son historias cortas, como si tomando un café con un abogado, éste te cuenta, a trazos, un caso que ha llegado a sus manos. Y no siempre te cuenta la historia del acusado al que defiende, porque a él lo que le interesa es la vida y los sentimientos de la víctima, aunque culpable, aunque sea la otra parte.

No hay detalles pormenorizados sobre la investigación policial, ni sobre la detención, ni tan siquiera sobre el juicio, que sería, quizás, lo más lógico, dada la profesión del autor. Sólo hay un relato sencillo y directo de un hecho terrible en la vida de una persona determinada. De cómo llegó ahí, de cómo vivió y sintió el momento y de cómo siguió adelante después de que todo pasara.

Dice el Süddeutsche Zeitung "Schirach no juzga, sólo describe en un lenguaje de una sobriedad genial". Es verdad y quizás eso es lo que hace a este libro tan asombroso y extraordinario.

20 mayo 2013

La solución final para paliar el hambre en el mundo

Tras un irlandés melancólico abordo a un irlandés satírico, Jonathan Swift, mundialmente conocido por ser el autor de Los viajes de Gulliver

Encontré este pequeño libro [52 páginas con ilustraciones incluidas en 11x17cm] ensandwichado entre dos librazos en la biblioteca. Me llamó la atención, primero el tamaño del libro, segundo que nunca había oído hablar de esta obra de Jonathan Swift, a continuación que el libro estuviera ilustrado y finalmente leer cuál era la "humilde propuesta". Como me pasa últimamente estoy encantada de haber descubierto a "Nórdica Libros", una editorial muy interesante que rescata textos clásicos y los mezcla con ilustraciones contemporáneas. ¡¡Hay que ver la cantidad de editoriales que existen en España a pesar de que 4 o 5 insistan en repartirse todo el pastel!! En este caso el libro está ilustrado por Raquel Marín, que no es mala ilustradora, pero que creo que se ha saltado toda la ironía y se lo ha tomado todo a pecho. No ha parecido acertado.  

Bueno, a lo que iba, Una humilde propuesta es una carta que escribe Swift en 1729 en la que lanza al aire una idea para, como él mismo dice, "Evitar que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o su país y para que se conviertan en algo provechoso para el pueblo".  

Antes de revelar cuál es esa propuesta voy a contextualizar un poco la obra. En 1729 Irlanda era propiedad de Inglaterra. A pesar de que la mayoría de la población era católica, los terratenientes y las altas esferas eran protestantes, que mantenían al resto de los ciudadanos sometidos a sus voluntades. El fraude de la Compañía de los Mares del Sur produjo tal crisis económica que todo lo que la poco desarrollada agricultura irlandesa producía, iba a parar a las arcas de Inglaterra, así que a los irlandeses no les quedaba más opción que emigrar (los afortunados) o morir de hambre y miseria. 300 años después el círculo da otra vuelta.  

Swift encuentra la solución a esta terrible situación y nos da muchos argumentos para convencernos de lo apropiada que es. La idea es que las madres se dediquen a amamantar a sus retoños durante el primer año de vida y una vez rellenitos, los bebés sirvan para alimentar a los ricachones y, sobre todo a los terratenientes, porque como dice Swift, dado que éstos han devorado ya a la mayoría de los padres, parecen tener más derecho que nadie a los hijos.  Las ventajas de esta propuesta serían, entre otras, las siguientes: 

1.- Se reduciría el número de católicos en Irlanda, que suponen un enemigo peligroso para los protestantes.

2.- Los más pobres tendrán, por fin, algo propio que se les pueda embargar.  

3.- El Estado gastará menos dinero en mantener a sus pobres y, sobre todo, en las mesas habrá un nuevo manjar que los ricos podrán disfrutar.  

4.- Los padres se ahorrarán el tener que mantener a sus hijos.  

5.- La inclusión de este nuevo plato supondrá un negocio para las tabernas, que desarrollarán su creatividad culinaria. 

6.- Será un gran estímulo para el matrimonio, incentivando a los hombres a que cuiden de sus retoños y, sobre todo, que dejen de apalear a sus mujeres embarazadas para no dañar la mercancía, como hacen con los bovinos y porcinos y equinos.  

De ahí a montar granjas de crianza de niños sólo hay un paso, así que veo futuro a la propuesta y muchas posibilidades para que subvencionen esta iniciativa empresarial. Si alguien quiere ser mi socio/a que se ponga en contacto conmigo.

19 mayo 2013

La dramática historia de Lucy Gault

Éste es el último de los tres libros que cogí hace tres semanas de la biblioteca y la verdad es que no sé ni por dónde empezar a contar. 

Que me alegro de haber leído, por fin, algo de William Trevor mientras aún está vivo. Que parece una tontería, pero a mí me cambia la forma en la que me aproximo a las historias. Por si alguien no lo conoce, Mr. Trevor es uno de los escritores irlandeses vivos de más renombre en la actualidad. Su obra más famosa es El viaje de Felicia, que fue llevada al cine (que raro, ¿no?) en el año 2000 por Atom Egoyam. Me doy cuenta de que decir lo de que "mientras aún está vivo" queda, cuando menos, un poco frío, pero nada más lejos de mi intención. Desearía que William Trevor viviera, al menos, otros 20 años, y que durante todos ellos siguiera tan activo literariamente, pero la verdad es que tiene 84 años y temo que un día me encuentre una pequeña reseña de 4 líneas en las que se anuncie su muerte, de forma plácida, en su casa del Condado de Cork.

Me ha gustado La historia de Lucy Gault. No sé si mucho, pero sí bastante. Lo suficiente como para leerla anoche, de un tirón, hasta las 5 de la madrugada.

Trata de una niña, que luego fue joven y acabó siendo anciana, llamada, efectivamente, Lucy Gault. Vive en un pequeño pueblo del Condado de Cork con sus padres, el Capitán Everard Gault y Heloise Gault, una mujer inglesa. Y es eso lo que desencadena todo. Porque la historia arranca en junio de 1921, durante los últimos estertores de la guerra de la independencia de Irlanda. En la zona se respira animadversión por todo lo inglés, así que el capitán decide abandonar su hogar con su familia e irse del país hasta que los ánimos se calmen. Lucy tiene 9 años y toda su vida gira en torno a esa casa, los prados, la playa, los acantilados, así que en un acto de rebeldía decide escaparse. No llega muy lejos, pues tiene un accidente, en un lugar apartado, que le impide continuar, pero también volver. 

Tras meses de búsqueda, y a tenor de todos los indicios, los padres asumen que su hija se ha ahogado en el mar y deciden marcharse de allí sin mirar atrás y rompiendo toda forma de contacto. Poco después, Lucy es encontrada moribunda y recogida por la pareja de aparceros que se había quedado a cuidar de la casa y sus terrenos. El libro habla sobre Lucy, que espera y espera la vuelta de sus padres. Del viaje por Europa de sus padres que lo único que quieren es olvidar que perdieron una hija y alejarse de todo lo que les causa sufrimiento, del abogado de la familia que hace todo lo posible por encontrarles, de la pareja que cuida la casa y que se asientan en ella actuando como padres adoptivos de Lucy, del d
olor, de la culpa, de lo etérea que es la vida, de cómo la vamos moldeando con las decisiones que tomamos y de lo difícil que es cambiar cuando nos equivocamos. 

El libro tiene esa tristeza melancólica que ya me he encontrado en otras obras irlandesas y que, de alguna manera, parece formar parte de su idiosincrasia. Esa tristeza que, como si fuera llovizna, va calando, poco a poco y sin muchos aspavientos, hasta que llega a los huesos y, entonces, sabes que resultará difícil sacar toda esa humedad que apesadumbra y paraliza. 

A pesar de que creo que es un grandísimo escritor, por una cuestión de salud mental y emocional no creo que vuelva a leer nada más de Trevor.

17 mayo 2013

La leyenda de los hermanos Collyer


Lo que más me gusta de leer es, por un lado que siempre descubro autores maravillosos que son o fueron muy conocidos, pero cuya existencia yo ignoro. Y por otro, que, como en este caso, cuando los libros están basados en hechos reales, descubro historias increíbles que superan cualquier ficción y que me hacen querer saber más. 


E.L.Doctorow es un autor estadounidense que nació en el Bronx, en 1931, descendiente de judíos rusos que habían emigrado a EE.UU. un par de generaciones antes. Desde que comenzó a escribir, en 1960, se especializó en plasmar, desde un punto de vista ficticio, diversos hechos y personajes históricos, sin olvidarse de la crítica social. Y lo ha hecho tan bien que ha ganado tropecientos premios, tanto por sus obras como por su trayectoria.

Una de sus novelas más aclamadas es Ragtime, que fue llevada al cine por Milos Forman en 1981 e interpretada por James Cagney, y que a tenor de los reconocimientos que se llevó (8 nominaciones al Óscar, 7 a los Globos de Oro, 1 a los BAFTA e incluso 1 a los Grammy) debe ser muy buena (me la apunto para verla y leerla). 

Pero no me quiero ir por las ramas, porque la novela que yo he leído es "Homer y Langley", la última publicada por Doctorow hasta el momento (2009). Se basa en la vida y leyenda de los hermanos Collyer (Homer y Langley), que vivieron, a comienzos del siglo pasado, en una gran mansión de la Quinta Avenida de Nueva York de forma ermitaña, dedicándose a acumular objetos de diversa índole hasta el punto de que murieron sepultados por ellos. 

El libro está escrito en primera persona, emulando ser los últimos retazos de memoria del hermano pequeño, Homer, que pasó sus últimos años viviendo en la absoluta oscuridad a causa de una ceguera. A lo largo de su narración, Doctorow aborda todo lo que en su momento se supo de ellos y, sobre todo, lo que se imaginó, racionalizando la acumulación de objetos servibles e inservibles, la casi completa desaparición de la vida social, la ausencia de servicios básicos en la casa (agua y luz principalmente) y los comportamientos extraños de ambos hermanos, de forma tierna, tragicómica y, sobre todo, digna. 

Los hermanos Collyer fueron unos de esos personajes, casi mitológicos, que el resto de la sociedad utiliza para burlarse y sentirse más normal, mejor. Y Doctorow, que vivía en Nueva York cuando se descubrieron sus cadáveres, se ha inventado situaciones y sentimientos para poder construir una imagen, de ambos y de sus vidas, que probablemente se parezca más a la realidad que la misma realidad que se publicitó y que ha llegado a nuestros días.

13 mayo 2013

Y así es como uno se va a la mierda

Pufff, ¿por dónde empezar con este libro? A ver, diré que es el primero de una serie protagonizada por Paul West, un británico de 27 años que se traslada, durante un año, a París para trabajar en la creación de una cadena de salones de té ingleses en la capital francesa.


Bajo la mirada de Paul descubrimos que los franceses son poco productivos en el trabajo, que los camareros son bordes como ellos solos, que su clase política está corrupta, que las calles de París están llenas de mierda de perro, que las francesas son unas despendoladas, que los franceses no tienen ni repajolera idea de hablar en inglés, que todos los conflictos laborales se arreglan allá con huelgas, que no hay nada peor para un francés que aceptar que hay cosas extranjeras que son mejores que las propias... y muchas más cuestiones que al chaval éste le parecen curiosas, molestas o directamente desesperantes.

Obviamente, a medida que se acostumbra a París y a los parisinos, la tortilla se da la vuelta y empieza a encontrar que la comida británica es un asco, que el comportamiento de sus compatriotas, sobre todo con las mujeres, es vergonzoso, que los británicos no saben disfrutar de los placeres de la vida... y suma y sigue. Algunas de de sus ocurrencias y de las situaciones en las que se ve envuelto me han sacado, literalmente, carcajadas; pero también es verdad que la mayor parte del humor del libro se basa en la crítica a lo propio y/o a lo ajeno y lo primero lo acepto, pero lo segundo como que no me hace mucha gracia.

El libro se llama A year in the Merde, en alusión a un bet-seller de la década de los 80' que se llamaba A year in Provence, que eran las reflexiones autobiográficas de un británico viviendo durante un año en la Provenza (o sea, que éste de la mierda no es nada nuevo bajo el sol). Como parece que A year in the Merde fue un éxito, el señor Clarke escribió varias secuelas con títulos tan poco originales como Merde Actually, Merde Happens o Dial M for Merde, basados en títulos de películas famosas [Love Actually, Love Happens, Dial M for Murder], describiendo y parodiando sus propias experiencias durante su estancia en Francia.

Lógicamente, y como periodista que es, Stephen Clarke vio enseguida que esto era una mina de oro y no se ha limitado a escribir sólo esta saga, sino que también ha publicado 1000 years of annoying the French, Annoying the French Encore, Paris revealed y Talk to the snail, todos sobre Francia y los franceses visto desde el punto de vista de un británico. Parece que el Reino Unido han tenido mucho éxito, supongo que porque a los británicos les parece divertidísimo eso de reírse de las peculiaridades culturales de los demás (en este caso franceses). A mí, que queréis que os diga, sin que le tenga un cariño especial a los franceses, este libro ha desarrollado mi francofilia y proporcionalmente a esto, también mi anglofobia.

¿Recomiendo no leerlo? No. Recomiendo leerlo. Pero con las gafas etnográficas puestas, porque la verdad es que es bastante curioso descubrir cómo los británicos ven a los galos y qué costumbres y comportamientos les parecen divertidos, molestos o sorprendentes. Eso sí, apto sólo para los que saben inglés, porque, por ahora, a los editores españoles no les ha parecido tan curioso el libro como para decidir publicarlo en castellano.

05 mayo 2013

El filósofo autodidacta y su Filosofía para bufones

Como no sólo de novela vive el ser humano, cuando llegó a mis manos este libro de filosofía que prometía
amenidad y diversión me dije: ¿por qué no? Mi idea era leerlo poco a poco, pero qué puedo decir, anoche me enganchó y no lo solté hasta no terminarlo y realmente he disfrutado muchísimo.

Antes de meterme de lleno en el libro quiero comentar algo de su autor, Pedro González Calero, un señor que cuando era joven, mientras trabajaba de barrendero, aprovechaba los descansos para leer filosofía. Luego su vida dio un vuelco y trabajó de archivero del Depósito General del Libro, de documentalista y finalmente de profesor de instituto. No cabe duda de que le gusta la filosofía, de la que tiene un amplio conocimiento y de que le gusta enseñar. Se nota a leguas mientras lees el libro.

Y ahora al libro. Como dice el subtítulo, Filosofía para bufones es un paseo por la historia del pensamiento a través de las anécdotas (mayormente jocosas) de los grandes filósofos. Está dividido en cinco periodos: filosofía antigua, oriental, medieval, moderna y contemporánea) y ahí retrata a los grandes filósofos (Sócrates, Platón, San Agustín, Confucio, Voltaire, Rousseau, Kant, Ortega y Gasset), sus pensamientos y sus manías y fijaciones.

Cosas que me han gustado:

1.- El autor explica de forma sencilla lo que fue escrito con fárrago y oscurantismo. Probablemente simplifica demasiado las ideas de los pensadores, pero creo que para los neófitos en estos lares puede servir para abrir boca a obras más profundas y rebuscadas. Está en la onda de Ética para Amador de Fernando Savater y El mundo de Sofía de Jostein Gaarder, pero con más humor y más concisión.

2.- He descubierto filósofos de los que no había oído hablar en mi vida como Antístenes, Aristipo, Kostas Axelos, Pedro Abelardo o Chuang Tzu y que tenían ideas bastante interesantes.

2.- He descubierto una filósofa con mucho humor y mucho arrojo: Madame de Staël.

4.- Me he reído.

5.- Me han encantado las ilustraciones de Anthony Garner.

6.- La dedicatoria a Faemino y Cansado, por ser tan sabios siendo tan payasos.

Cosas que no me han gustado:

1.- Se me ha hecho muy corto. Menos mal que después ha publicado una continuación llamada La sonrisa de Voltaire.

Os dejo algunas de las anécdotas que más me han gustado para tentaros a leerlo:

Hablando de la franqueza y arrogancia de Unamuno cuenta que cuando recibió la Gran Cruz de Alfonso XII de manos de Alfonso XIII, Unamuno dijo: "Es para mí un honor recibir esta condecoración que merecidamente se me otorga". El rey al oírlo se sorprendió y dijo: "¡Caramba, es usted el primero que me dice eso! Hasta ahora todos los homenajeados me había dicho que ellos no se merecían tal honor". A lo que Unamuno respondió: "Y probablemente no les faltaba razón".

Le preguntaron a Madame de Staël que cómo se explicaba que las mujeres guapas tuvieran más éxito entre los hombres que las mujeres inteligentes a lo que ella respondió: "Porque hay pocos hombres ciegos, pero muchos hombres tontos".

Hablando Voltaire de los banqueros suizos: "Si alguna vez ve usted saltar a un banquero suizo por la ventana, salte detrás. Seguro que hay dinero que ganar".

El mismo Voltarire tuvo que exiliarse de Francia porque como él decía: "Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado".

Un día un charlatán hablaba con Aristóteles y no acababa su perorata llena de alusiones malévolas hacia el filósofo, como Aristóteles no decía nada el charlatán se calló y le preguntó: "¿No te estarás molestando por mis palabras?" a lo que el pensador contestó: "No, no, ni mucho menos. Hace ya un buen rato que dejé de escucharte".

Lo que rezaba en el epitafio de Aristipo: "Aquí descansa quien os aguarda".

03 mayo 2013

El Cirkus Columbia ha llegado a la ciudad

No conozco mucho de la literatura actual de los Balcanes, y es que, a pesar de que la biblioteca del barrio está sorprendentemente bien provista, no es fácil dar con obras minoritarias. Por eso, cuando encontré Cirkus Columbia, del bosnio-herzegovino Ivica Djikić, no pude evitar cogerlo y eso que a estas alturas tendría que estar ya estudiando.  

Pero vamos al libro. Es breve, de apenas 130 páginas, lo que cada vez valoro más. Porque cuanto más leo, más me doy cuenta de que a la mayor parte de los libros que pasan de las 300 páginas le sobran, al menos, la mitad. Y es que no hay tantas historias que merezcan tantas páginas, por mucho, que sus autores se empeñen en demostrar lo contrario.

La trama de este libro comienza en el verano de 1991, en un pequeño pueblo bosnio, al que llega Divko Buntić, un vecino que había emigrado a Alemania, de la que vuelve en un Mercedes blanco, podrido de dinero, con una mujer mucho más joven que él, musulmana, y un gran gato negro que es su ojito derecho. Al día siguiente de su llegada, el gato se pierde porque Martin, el hijo de Divko, se deja la ventana abierta. Buntić se encierra en sí mismo y ofrece una recompensa de 2000 marcos al que lo encuentre. Este hecho romperá la tensa calma que envolvía la localidad y a sus habitantes. Pocos meses después estalla la guerra y las cosas se salen de madre.

Estaba leyendo el libro y a cada página me parecía que me iba zambullendo, más y más, en uno de esos mundos surrealistas que crea Emir Kusturica, pero sin su componente humorístico, aunque supongo que todo es según cómo se mire. Como me pasa casi siempre, tras leer el libro descubrí que el director bosnio Danis Tanović llevó la historia al cine en 2010. No he visto la película, pero después de ver el trailer intuyo que Tanović ha decidido aligerar, al estilo Kusturica, la angustiosa opresión de la novela que hace cierto el dicho: "pueblo pequeño, infierno grande".

02 mayo 2013

Cuando a los buenos se les llama tontos

Primer libro que leo del Sr. Endo, el cual parece que fue un escritor muy famoso en su tiempo. Shusaku Endo fue uno de los pocos católicos en el Japón de principios de siglo pasado, donde todos eran budistas, y eso le marcó tanto que escribió mucho sobre ese tema, como Silencio o El Samurai. 

Pero vamos a lo que nos trae aquí: Wonderful fool es un libro que increíblemente no ha sido publicado en español y que no tiene nada que ver con el catolicismo, ni con la religión. Salió a la luz en 1959 (con la II Guerra Mundial aún reciente), y cuenta la historia de un joven francés, Gastón Bonaparte, que escribe a un antiguo amigo epistolar (pen-friend), Takamori, para decirle que va a ir a visitarle a Tokyo y que se quedará en Japón una temporada. Gastón es enorme, viste bastante desharrapado, tiene cara de caballo y sonrisa bobalicona. Gastón no es un hombre valiente ni duro, o eso parece a primera vista. Quiere y confía en los demás, a pesar de los palos e insultos que recibe, y eso se ve con desconfianza.

La historia me ha gustado. Muy "Viento del este, viento del oeste" con varios personajes interesantes, Takamori y su hermana Tamoe, el adivino Sensei, el gangster Endo (curioso que le haya llamado como él mismo, será que es así como a él le gustaría haberse visto)... pero aún no tengo muy claro si los comentarios extraordinariamente machistas son una crítica a la sociedad japonesa, abordada desde la ironía o un pensamiento plano donde la mujer que trabaja y gana dinero nunca podrá encontrar marido y eso es lo peor que le puede pasar en el mundo.

Por otro lado no sé si es la traducción o mi humor actual, pero el libro me ha parecido que está escrito de manera demasiado infantil, en algunos momentos. Con repeticiones innecesarias del mismo pensamiento, e incluso de la misma frase. No sé, no me ha convencido. Tendré que leerme algo más de este señor para acabar de hacerme una idea más precisa.

Para los que le gustan los cuentos japoneses os dejo uno animado cuya historia aparece en este libro. Está en inglés, pero se entiende bastante bien. 

Por cierto, dentro de un rato iré a la biblioteca a devolver unos libros. Me doy miedo.

01 mayo 2013

El cementerio de Praga

Para mi cumpleaños me regalaron El cementerio de Praga, de Umberto Eco y hoy, por fin, he terminado de leerlo. Me voy a cebar de mala manera, por si acaso hay algún seguidor acérrimo de Eco.  

Hay libros en los que me cuesta ver algo que no me haya gustado. Otros donde lo positivo y lo negativo están a la par y unos pocos, afortunadamente, donde tengo que hacer un esfuerzo para sacar algo bueno. El cementerio de Praga es de estos últimos. Va de logias, francmasones, lucifer y otros aspectos demoníacos, conspiraciones y, sobre todo, antisemitismo. Lo primero me interesa menos y nada. Lo último me cabrea y dado que se pasa todo el libro dándole vueltas a lo mismo (que qué manipuladores, vagos, usureros, llorones, bla, bla, bla son los judíos) pues al final me ha aburrido sobremanera.

En la banda que lleva el libro aparecen dos reseñas. Una de El País que dice "Su mejor novela desde El nombre de la rosa" y yo que, precisamente, no he leído más que esa y ésta última me digo: "pues casi mejor que ni pruebe a abrir El péndulo de Foucault o Baudalino, porque quizás muero de hastío". La otra es de El Mundo "Más irónico que nunca y sumamente divertido". Y otra vez con lo de divertido. ¡Qué perra, por favor! ¡Si he usado el libro como somnífero!

Cuando una persona, a la que consideras ilustrada, cabal y moderada, escribe barbaridades como las que se pueden leer en este libro, uno tiende a pensar que es una forma irónica de denuncia de ciertos pensamientos radicales e irrespetuosos (aunque siempre queda la sospecha de que quizás el autor piense así). Pero cuando esta persona dedica 572 páginas a repetir una y otra vez lo mismo, el aspecto irónico se va por el desagüe y empieza a irritar tanta insistencia (¿nos está intentando convencer de esas ideas medievales?, ¿cree que somos idiotas y que si no nos lo repiten no nos enteramos?, ¿en realidad se veía obligado a escribir un libro y como no tenía ninguna historia que contar ha repetido, hasta la saciedad, lo mismo una y otra vez?...)

La historia, si así se puede llamar, es el repaso a los cambios políticos de, sobre todo, Italia y Francia (aunque salpica a Alemania y Rusia) y las triquiñuelas a todos los niveles de poder durante el S. XIX, a través de los diarios de un falsificador sin valores, sin escrúpulos, misógino, antisemita, antijesuíta y avaro como él solo, llamado Simonini.

No me suelen gustar las novelas históricas, porque no sé dónde acaba la historia y donde empieza la ficción. Con esta novela este hecho me ha molestado más que nunca; pues el libro parece un mamotreco de historia (de un tostonazo increíble y complicadísimo de seguir por la cantidad de personajes, complots y lugares diferentes), con un nivel de ficción que hace que no te creas nada, por mucho que al final del mismo Eco diga que todo es cierto y que todos los protagonistas y hechos existieron.

¿Algo positivo? La novela está bien escrita y hay partes que es un placer leerlas. Ahora que hay que darle un toque de atención a la Editorial Lumen. El ejemplar que me regalaron es la 6º edición del libro y sigue teniendo erratas. ¿Tanto habéis recortado gastos que os habéis cargado a la figura del corrector/a?

Para resumir: el mejor momento de la lectura del libro ha sido cuando he acabado la última página y lo he cerrado. No digo más.