31 julio 2012

Bermellón

Esta mañana estaba haciendo limpieza digital cuando me encontré con este relato, que presenté a un concurso cuando estaba en el instituto. Hacía años que le había perdido la pista y pensé que iba a ser peor, pero dado que tenía apenas 17 años, cuando lo escribí, no está tan mal. Muy mejorable, pero no tan mal. Era mi etapa de experimentación con el estilo y, es curioso, pero es más yo de lo que pensaba. Quizás es verdad que las personas no cambiamos.


Bermellón

Lo hago, lo voy a hacer, tengo que hacerlo, Dios te salve María, no sé por qué todo me pasa a mí, tengo que hacerlo, Dios te salve María, yo no tuve la culpa, ella tuvo la culpa, fue ella, no yo, Dios te salve María, cómo iba a salir a la calle, todos lo sabían, menos yo, yo la quería, la muy zorra, nunca le faltó de nada, se lo di todo, ya me lo decía mi madre, Dios te salve María, y parecía tan buena, tenía que haber hecho caso a mi madre, ya me lo decía, las mujeres tontas, no tengo miedo, soy muy macho, hago lo que haga falta, Dios te salve María, las tontas son las que menos problemas causan, yo no soy un cobarde, no como otros, ya me lo decía mi madre, ese sí era un cobarde, a escondidas lo hacía todo, y parecía tonto, Dios te salve María, y qué iba a hacer yo, tengo que hacerlo, por qué todo me pasa a mí, ¿quedarme mirando?, ya me lo decía mi madre, las tontas no causan problemas, qué cara pusieron, ja, ja, ja, lo que me pude reír, y no se lo esperaban, ja, ja, ja, Dios te salve María, mierda, cómo sigue esto, Dios te salve María, Dios te salve María, ah, ya sé, Dios te salve María, llena eres de gracia, y Pablito cómo se quedó, siempre fue muy feo, ja, ja , ja, qué feo era, no llegarás a nada, ¿quién dijo eso?, no me acuerdo, pero da igual, se equivocaba, ja, ja, ja, mira que era feo Pablito, y qué dientes tenía, ¡cómo le llamaban?, ¡ah, sí!, el ratón de Betanzos, ja, ja, ja, qué chiste, el ratón de Betanzos.
El aire que entraba por la ventana hacía flotar las cortinas, y a pesar de eso, un calor pegajoso inundaba el dormitorio. La habitación era de grandes dimensiones, aunque sencillamente decorada.Al fondo había una puerta que daba a un cuarto de baño. Los rayos matinales iluminaban la estancia a través de un ventanal, en un rincón se encontraba una bañera de aspecto delicado; gotas de agua resbalaban aún por los azulejos de la pared. Al lado del baño estaba la puerta del armario. Multitud de trajes, tanto de hombre como de mujer, estaban pulcramente colgados; debajo había varios pares de zapatos. En la parte superior estaban cuidadosamente colocadas media docena de cajas de cartón de diferentes tamaños. En una esquina de la espaciosa habitación un pequeño comodín lleno de frascos hacía las veces de tocador, un jarrón con crisantemos descansaba sobre una pequeña mesa de mármol rosa, al lado de una fotografía con marco de plata. En la foto una mujer y un hombre se abrazaban sonrientes. La mujer tenía  una belleza exótica. Era morena, con el pelo rizado y los ojos claros, el hombre era atractivo pero sus rasgos duros le daban un aspecto amenazante. La mesita se encontraba a un lateral de la cama. Ésta era grande, de matrimonio, rematada con un sobrio cabecero de madera oscura. Sobre la arrugada ropa de cama yacían dos cuerpos desnudos, inmóviles. Todo estaba cubierto de sangre, de una sangre espesa, pegajosa, de color bermellón. Una mosca revoloteaba alocadamente sobre la cama.
-          ­¿A qué hora calculas que fueron asesinados?
El inspector Alonso observaba sin interés cómo realizaba su trabajo el equipo forense.
-          A pesar del calor yo diría que sobre las diez y media.
El forense era un hombre bajo y rechoncho que tenía la camisa manchada de sudor, un sudor que le corría a raudales por la frente.
Una corriente de aire entró en la habitación con la llegada de un joven de aspecto atlético. Era el inspector Marco.
-  Buenas tardes a todos. A ver qué tenemos aquí. Humm, una escena conmovedora, ¿quiénes eran?- preguntó Marco mientras se acercaba a la cama tapándose la nariz con un pañuelo.
- La mujer se llama Victoria Blanco, era la esposa del empresario Fernando Altea. El hombre es Pablo Jiménez, amigo de Altea, y, al parecer, algo más de su mujer – respondió Alonso asomándole una sonrisa burlona en su cara.
-   ¿Cómo murieron? – le preguntó Marco interesado.
-   Fueron disparados con un arma de pequeño calibre. Yo me decanto por un 22 pero tengo que examinarlo a fondo. Ella tiene un tiro en la nuca y dos en el cuerpo. En la espalda, por lo que lo más seguro es que se encontrara encima de él cuando ocurrió. El hombre recibió dos disparos en el abdomen, desde poca distancia, una de las balas encontró la salida a la altura del riñón.
-   ¿Han localizado al marido?
-    He llamado a su despacho y me ha dicho su secretaria que hoy no ha ido a trabajar. Estaba extrañada porque asegura que es la primera vez que falta desde hace años.
-   Imagino que el hombre se lo olería. Fingiría que iba a trabajar y, tras ver cómo entraba su amigo, subió y les pilló en medio del acto. Vamos, un caso claro de asesinato pasional.
-   Al parecer Altea era un hombre agresivo; su mujer había presentado una denuncia hace unos meses por malos tratos, pero la retiró.
-   Llama a la comisaría y pide que cursen una orden de busca y captura. Que vigilen el aeropuerto, la estación de tren y la de autobuses. Manda una foto a todos los hoteles de la ciudad y de la zona por si se quisiera registrar con nombre falso. ¡Ah!, manda una descripción del coche y la matrícula a los agentes de carretera e investiga en todas las agencias de alquiler de coches, seguro que intentará salir de la ciudad.


Ja, ja, ja, siempre fue muy tonto, aunque claro, aquí el único tonto he sido yo, ya me lo decía mi madre, las mujeres cuanto más tontas mejor, vaya vista, no me había dado cuenta, Dios te salve María llena eres de gracia, subo una pierna y paso por encima la otra, yo siempre he estado en buena forma, no mires para abajo, no mires para abajo que es peor, no tengo miedo, yo soy muy macho, Dios te salve María llena eres de gracia, esta barandilla resbala, qué calor tengo, Dios te salve María, me sudan las manos un horror, y ¿por qué me voy a tirar?, pues ahora no me tiro, esta barandilla resbala mucho…

2 comentarios:

  1. TE DEBES DE PLANTEAR SERIAMENTE LO DE ESCRIBIR UN LIBRO.ME HAN PARECIDO BRILLANTES LAS DESCRIPCIONES, TANTO DE LOS PERSONAJES, COMO DE LOS LUGARES. CONTANDO ADEMAS CON QUE SOLO TENIAS 17 AÑOS, TODAVIA ME PARECEN MAS MERITORIAS.DESDE MI HUMILDE OPINION DE FAN TUYA Y HABITUAL LECTORA.BESOS

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Despistada, me alegro de que te haya gustado. Siempre pensé que en algún momento escribiría un libro. Ahora no lo tengo tan claro, pero me importa menos. Hace tiempo que no escribo relatos (que es a lo máximo que llego), pero la necesidad de escribir está ahí y para satisfacerla, afortunadamente, tengo el blog. :o)

      Eliminar